domingo, 28 de noviembre de 2010

Silvia

Piero desde la primera vez que la vio se enamoró. Silvia era una chica de sonrisa angelical, le gustaba la música pesada y, para la mala suerte de Piero, tenía enamorado. Era un tipo alto, pelucón y con cara de huevón. Qué suerte tienen los feos. Piero no era muy querido por el grupo, la mayoría pensaba que era uno más; a pesar de eso, me caía bien. Tuvo que esperar a la fiesta de promoción para decírselo.

–Provecho, Rodríguez –gritó el instructor con gran sarcasmo, mientras estaba comiendo mi grasiento pollo a la brasa.

Sonreí y en mi mente dije: "Anda nomás conchatumadre". Levanto la mirada y veo a Silvia y a su peor es nada discutiendo, habían terminado y él estaba más insoportable que nunca. Piero se acerca –cabe resaltar que la fiesta recién empezaba y ya estaba ebrio– y lo abraza.

–Yo la voy a hacer feliz –le decía, mientras el otro lo miraba lleno de rencor.

El pelucón se libera.

–Desaparece antes que te reviente –le respondió, mirándolo fijamente a los ojos.
Me hizo recordar a los gallos cuando se mechan frente a frente.
–Se van a pelear –gritaba Silvia, desesperada.

Me acerqué y cachosamente le dije: "Qué pasa Silvia". No sé cómo pero cuando volví a clavar la mirada estaba Blind, Tataje, el loco y Yogui deteniendo a Piero y al pelucón. "Ya fue brother", le dije para consolarlo.

Luego de dos horas, la gente estaba ebria. Piero estaba hecho. Al intentar bailar, patea una botella de cerveza. El instructor al ver eso nos llamó la atención, bueno, me llamó la atención, ya que era el único del grupo a quien conocía. "Rodríguez, cuidado con tu grupo, una más y los boto", sentenció. "Qué alguien lo ayude a sentarse, está hasta las huevas", dije.

Nunca podré olvidar esa expresión de extrema tristeza y el profundo dolor que sentía.

–Estuve esperando esa oportunidad y ese huevón la caga –decía– Yo la amo, por qué siempre me pasa esto.

Mientras Silvia y su galán bailaban una canción de salsa, besándose y olvidándose del mal entendido que habían tenido.

martes, 16 de noviembre de 2010

Noches gélidas, alcohol y cigarrillos

Cenaba junto a mis padres viendo un conocido programa sabatino, cuando de pronto, alguien tira algo con suma violencia contra la puerta. Mis padres me miran confusos, pensando que fue obra de alguna pandilla. Mi papá, molesto, abre la puerta a ver quien era. 

–Disculpe señor –dice el loco–, es que el perro estaba gruñéndome y si tocaba la puerta, de repente me mordía. 
–Hubieras llamado –respondió mi papá, con más calma–. Pensamos que habían tirado una piedra y que querían romper la puerta. 

Al escuchar una voz familiar salgo y lo veo, lo saludo; mi papá entra a la casa. 

–Puta madre, te demoraste un culo –dije viendo la hora. 
–Tuve unas cosas que hacer –respondió mi gran amigo. 

Caminamos hacia la casa de Yesenia, en el camino hablábamos de todo, desde cosas sin sentido hasta asuntos de la universidad. Pasamos por Metro y al frente, compré un par de vinos (en ese tiempo estaba muy bien financiado y por ende, tenía toda la plata del mundo para gastar) y el loco, una cajetilla Marlboro. 

En unos escasos minutos llegamos a la casa de Yesenia. Tocamos. Nos abrió su primo. 

–Hola –me presenté– ¿está Yesenia? 
–Sí –respondió su primo– ahorita sale. 

Conversando, fumando y tomando vino, matábamos el tiempo los sábados. Luego de tomarnos los vinos, Yesenia y su primo se aportaron un ron Cartavio. 

–Chicos, acá cerca hay un pub donde toca una banda de rock –dijo Yesenia– que tal si vamos. 

Después de parlotear, decidimos ir. 

En la puerta de dicho pub, se encontraba un sujeto que conocía a Yesenia, se veía que se tenían mucha confianza. Entramos. Escogimos donde sentarnos y pedimos una jarra de cerveza. El sujeto de la puerta seguía hablando con Yesenia, pero cada vez era más meloso. Su primo conversaba conmigo y con el loco. La mesera trajo la jarra, probamos y nos llevamos un fiasco: era agua con cerveza. 

–Aj, conchasumadre –dije– una huevada este lugar. 
–Mejor hubiéramos seguido con el ron –añadió el primo de Yesenia. 
–Hay que traerlo –dijo el loco. 

Lógico, no dejaban entrar al pub con trago de afuera. Pero no sé cómo, a los veinte minutos, entró el primo de Yesenia con el ron, camuflado. En el transcurso de los veinte minutos, loco y yo, mirábamos la mesa del costado, eran cinco patas rodeando una chica, que por cierto, era muy bonita, vestía una blusa celeste y esos shorts minúsculos; nos parecía familiar, creo que estudió en nuestro colegio, pero era como tres o cuatro años mayor. “Qué tal perra”, fue el comentario entre risas. 

–Listo, el ron y la coca cola –dijo sonriente el primo de Yesenia. 

Como estaba un poco embriagado agarré las botellas y mismo barman mezclé dichas sustancias. Chupábamos sin problemas, el alcohol era un gran aliado para salir de la realidad. 

–Si apruebo Matemática II –dije mirando fijamente al loco- compro un vodka y chupamos los dos juntos. 

Esa fue la gran promesa que hice aquella noche. Estaba a punto de jalar el curso, ya tenía dos prácticas jaladas y el parcial con 06, felizmente, me estaba dejando de huevadas y empecé a estudiar duro. 

Salimos del pub y fuimos a la casa de Yesenia. Ella entró a su casa, y yo, sentía ganas de vomitar. 

–Voy a buitrear –dije en joda. Pero al final se concretó. 

Llegamos a mi casa. Toco la puerta y en un segundo me abre mi madre, enojada. Paso y dejo al loco sentado afuera. 

Al día siguiente entro al Messenger y los encuentro en línea. 

–Oye no pienses mal –dijo Yesenia. 

Intrigado, abro otra ventana y le pregunto a loco lo que pasó y me dijo que ella y el pata de la puerta se besaron más de una ocasión, bueno, toda la noche estuvieron agarrando. Producto del alcohol no recordaba aquellas escenas. 

–Puta madre –le dije al loco– estaba tan ebrio que me perdí de esos detalles. 

Enterado de lo sucedido, regreso a la conversa con Yesenia. 

–No te preocupes –le dije– mejor hablemos de otra cosa.


PD. Después de la sacadera de mierda que me di, logre aprobar MATEMATICA II, y loco desapareció de repente, sin decir nada. Loco, si alguna vez lees este post, recuerda que te debo el vodka que te prometí, estoy esperando con ansias revivir aquellas noches de alcohol.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Primer aniversario del blog

“Si no hubiera sido por el profesor de Taller de comunicación oral y escrita, Marco Lovón, este blog no existiría y por ende, nunca hubiera escrito”

      Era un día soleado de octubre. El profesor Marcos Lovón, licenciado en lingüística en la  UNMSM pidió como trabajo crear un blog y además publicar una poesía para la siguiente clase. Todos nos quedamos estupefactos con la noticia. Teníamos que hacerlo ya que valía una nota de práctica. “Putamadre, escribo hasta las huevas”, dije recordando mis incursiones en la literatura, en el colegio –está es una confesión– Hacía unos meses había leído “La fuerza de Sheccid” y recordé que el personaje principal leía poesías, unas de ellas, me fascinó. Busqué el libro y la transcribí, haciendo algunas modificaciones en los versos y cambiándole de título, la titulé “Doncella”, en honor a la chica más hermosa que había conocido en la universidad.
      Al día siguiente, leyendo de mi hoja, recité la poesía. Al término de la poesía hubo un silencio sepulcral, pasó unos breves pero a la vez eternos segundos y de repente, comenzó la algarabía, todos, sí, todos en la clase, aplaudieron y gritaron emocionados, encantados por la poesía. Cuando ya todos habían terminado de recitar, el profe preguntó cual había sido la mejor, Giomara dijo que era la mía, el profe dijo que también le había gustado y así quedó entre las mejores. El saber que a la gente le podía gustar lo que escribía me hizo seguir adelante y seguir escribiendo.
      Cinco días pasaron y escribí “Me la hiciste otra vez” inspirado en un amor lleno de rencor y decepción. Ese fue el primer post hecho por mí. Comencé a escribir por mi cuenta, con mi inspiración, acerca de mis vivencias y así nació “El baúl de los recuerdos olvidados”, un sitio personal donde escribo las cosas más anecdóticas, ridículas, estúpidas e increíbles que hayan pasado en mi corta existencia. Ese post de “Doncella” lo eliminé porque era un plagio y nunca más volví a plagiar, porque sé que tengo esa facilidad de plasmar mis ideas en palabras.

“Hubo una vez en la que evalué seriamente en dejar de escribir”

      Este año me enteré que en mi universidad había un concurso de Literatura, los "Juegos Florales URP”. No sólo participaba gente de mi universidad sino que cualquier otro alumno de cualquier universidad podía concursar, así que la competencia iba a ser reñidísima.
       Me dediqué a tiempo completo a escribir un cuento en las vacaciones de invierno; en crear la historia; en mejorar los párrafos, línea por línea; en enriquecer los diálogos. Hasta tuve que consultar a mi profe Marcos Lovón acerca de algunos supuestos errores ortográficos.
      Cuando vi que no figuraba entre los ganadores ni siquiera en mención honrosa, caí en una decepción fatal, pensé en dejar de escribir, en ser como cualquier otra persona que no lee ni escribe. Andrés me dijo: “Si piensas dejar de escribir solo por perder un puto concurso eso demuestra que no eres un artista y un escritor de verdad”. Muchas personas me consolaron y me dijeron cosas parecidas, de que siga escribiendo, que era solo un concurso. “Dejar de escribir me hace sentir que la lucha no valió nada”, pensé. Y seguí escribiendo, olvidando el tonto concurso, escribiendo porque me da la gana y me encanta hacerlo y por todos los lectores que entran a mi blog para ver lo último que he escrito, que están pendientes como Blind (personaje en muchas historias). Sin ustedes mi blog no es nada. Gracias.

lunes, 1 de noviembre de 2010

No me gusta bailar

Bajamos del taxi. La oscuridad de la noche nos infundía confusión. Había tres locales juntos, en donde, al mismo tiempo, se realizaban fiesta de quince años. Los locales estaban decorados con telas blancas y rosadas. Tipos enternados vigilaban la puerta.
–¿Dónde es ah? –dijo Pino.
Pino era mi mejor amigo de la primaria. Habíamos dejado de vernos hacía tres años, pero nunca es tarde, las buenas amistades nunca se pierden.
      –Hay que preguntar por la quinceañera –dije sacando la tarjeta. Me acerqué a un tipo gigantesco– ¿Ésta es la fiesta de Jackie, no?
      El tipo nos miró de pies a cabeza y sonrió.
      –Sí, pasen por favor –dijo.
      –Espera, vamos a comprar cigarros –dijo Pino.
      Nos dirigimos a una señora que vendía chicles, cigarros y caramelos.
      –Dame un Kent –señalando la cajetilla– ¿Has probado ese cigarro?
      –No, nada –Tenía dieciséis años y era un total inexperto en el tema de los cigarrillos. Es más, ese fue el año que me inicié, fumando, claro.
Entramos y prendimos un cigarrillo. Vimos como estaba el ambiente. Estaba vacío. Sólo estaba la familia y algunos invitados. Lorena y sus amigas se acercan a nosotros.
      –Chris –dijo Lorena– viniste.
      Sus amigas nos miraban lujuriosamente. Luego cuchichearon un rato.
      –Él es punk, no baila –dijo mirándome–. Has venido a bailar, me supongo.
     En ese tiempo estaba metido en la honda punk, iba a conciertos, pero nunca afirmé que lo era. También iba rara vez a tonos, pero lo hacía por compromiso, para hacer hora, pero no bailaba, no me gustaba, además, no sabía bailar.
      –Claro que voy a bailar –dije inseguro.
     Me presentó a sus amigas y le presenté a Pino.
     –Vamos a perrear toda la noche –me dijo una de ellas.
     Sonreí y prendí otro cigarrillo.
     Comenzó la ceremonia, la parte más aburrida. Teníamos que jalar una pita, el que se llevaba el anillo, se hacía el chambelán. Pino fue el suertudo. Lo miré y sonreí. Pino había ido a esa fiesta, solo para acompañarme, en realidad, no conocía a la quinceañera. Luego de las palabras de los padres, le tocaba hablar a la quinceañera. Jacky sólo atinó a decir: “Nada, que comience la fiesta”. En vez del típico “Danubio azul”, escogió bailar con el chambelán el tema del momento, una canción de dj Warner. Luego una salsa. Todos se reían disimuladamente al verlos bailar. Hacían cualquier cosa menos bailar salsa.
      A penas empezó la fiesta, empezaban a entrar los maleantes del colegio, la continuaban de otro tono. Pino y yo nos sentamos un rato, pero en eso se acercan dos de las amigas de Lorena y nos sacan a bailar. Ella se voltea y empezaba a moverse lascivamente. Yo, miraba a otras parejas e imitaba los repetitivos pasos. Al ver que no sabía bailar me dijo: “Amigo, un toque, estoy cansada”. Y se fue a bailar con otro tipo. Había quedado como el más perdedor de la noche. Otra chica me saca a bailar, pero esta vez, mejoro los pasos y sin querer aprendo a bailar, bueno, a tener ritmo. La fiesta se hacía más divertida y la pasaba bailando sin cesar, como nunca. La prima de Jacky se pone delante de mí y empieza a moverse de una manera brutal, ponía sus manos al piso y movía las caderas desenfrenadamente. Sin duda, era una de esas chicas que bailaba en perreotecas, como Los Botes.
      –Te dejó chiquito –me dijo Lorena.
     Reí. “Si pues”, sentencié avergonzado. Para no quedar mal, saqué a bailar a Jacky, una salsita. Era totalmente inexperto en bailar salsa, pero al menos tenía más ritmo que ella.
      –Sabes bailar –me dijo.
      Terminamos de bailar y nos sentamos en las banquitas. Una de las chicas más populares, se sienta al costado y empieza a dormirse, acostada en mi hombro. Sonreí sin saber que hacer.
      Eran las tres y media de la madrugada y era la hora de irnos. Paramos un taxi y nos fuimos. Pino al bajarse dijo: "Cuidado, cuidate". Me puse un poco nervioso y miré el retrovisor. Pensé: “Cualquier cosa abro la puerta y salgo de esta huevada”.
      –Son ocho soles –me dijo.
      Busqué en mis bolsillos y no encontré la cantidad sugerida.
     –Un toque, voy a tocar la puerta, y le pago –Bajo. Toco la puerta y sale mi madre.
     –Dame ocho soles, el taxista está esperando.
     Con el dinero en mano me dirijo al taxista y le pago. “Muchas gracias”, finalicé.