sábado, 24 de diciembre de 2011

Un cuento lineal por Navidad

Se acercaba la navidad y junto a ella, el ambiente cambiaba, como suele pasar en esas fechas. Adornos navideños por todos lados, luces chillonas, árboles falsos, nacimientos de todo material. 

Era el 24 de diciembre de un año que no tiene relevancia decir cuál era. Lo único importante es indicar que era vísperas de la navidad. La familia López se alocaba en esas fechas: el papá despilfarraba el dinero en adornos, regalos y demás cosas materiales; la mamá cocinaba el pavo, la única vez en el año en la cual se dignaba a cocinar y no mandar a la “chica” a hacerlo; los niños esperaban la medianoche con sus mejores ropas, esperaban regalos vanos como esos juegos modernos de los cuales desconozco los nombres. Las mascotas, escondidas debajo del árbol, asustados por los cohetes. Todo era, aparentemente, felicidad. 

Mientras tanto, Julián, un niño de ocho años, huérfano, caminaba por las calles de Miraflores, sucio, con su ropa de siempre, con su rostro sumergido en la más honda tristeza, con las esperanzas muertas, caminaba sin dirección, no sabía adónde ir, no tenía con quien pasarla. Su bolsa de caramelos estaba, por fin, vacía; vacía como su corazón, carente de sentimientos, carente de afectos, carente de un abrazo, carente de, quizá, un “te quiero”. Julián lloraba desconsoladamente, lloraba porque si, lloraba porque se sentía solo, lloraba porque odiaba ese día como ninguno, esas fechas le hacía recordar qué tan infeliz era. 

En un universo paralelo, Max, un joven de veinte años, apuesto y atlético, caminaba a raudos pasos. Había salido de su trabajo. Eran las once y cuarenta y cinco. Max trabajaba como practicante de selección de personal en una famosísima cadena de comida rápida. Vestía un elegante terno del color de sus intenciones, una corbata dorada que combinaba con su camisa y calzaba un par de zapatos que brillaban como el sol. 

Max se da cuenta de que en un rincón se encontraba un niño afligido, al escuchar sus llantos, se acerca a él. Ese niño era Julián. El infeliz niño se niega a hablar con él, hasta que, sin fuerzas, se da por vencido y decide contarle sus penas. Max lo tenía todo, todo lo que quería un joven de veinte años, entonces se preguntó qué tan injusta era la vida, por qué era magnifica para algunos, como él, y una total perra, para otros como aquel niño. 

–Julián, esta noche te vas a cenar conmigo, mi mamá ha hecho un rico pavo. 

El infeliz niño lo mira fijamente, no sabía que decir, no se imaginaba que aún quedaban personas nobles. Asintió con la cabeza y siguió al elegante joven. Ambos llegan a la casa de Max a las doce y media. El papá abre la puerta, abraza a su hijo y mira de pies a cabeza al infeliz niño. Max le indica a su familia que no hagan preguntas y que ese día era un día de compartir, que el sucio niño era su amigo, y por ende, tenía el mismo derecho de compartir la mesa. Julián pasa una navidad única, inesperada, rodeado de personas, comiendo una rica cena, cantando villancicos, recibiendo regalos, recibiendo afecto, viendo sonrisas, sintiendo abrazos. Sintiendo lo que en verdad es la navidad, un día de unión y no un día de regalos ni cosas materiales. Por fin, a sus ocho años aprendió lo poderoso que es una palabra, un abrazo, una sonrisa, por fin, conocía la felicidad.

martes, 13 de diciembre de 2011

25 años después

Luego de mucho tiempo volvía a los Olivos, aquel lugar donde cada sábado era infaltable algún festival rockero de la movida subterránea. Salía del Mega Plaza junto a Miguel, un amigo que conocí en las etapas de indecisión y futuro incierto (épocas de la pre), rumbo al concierto por los 25 años de Psicosis. Las calles me resultaban irreconocibles, el cielo más gris que nunca, los mecánicos y pirañas por doquier, mujeres nada atractivas. Luego de unos largos minutos llegamos al Honey. Me resulto extraño e inimaginable que las afueras del local estuviese vacio. Rápidamente venían recuerdos a mi mente, un mar de personas vestidas de negro, fumando, tomando, haciendo la calle su hogar.
Me acerqué al gorilón de la puerta y le dije que era el ganador de un concurso por facebook y por ende, tenía pase libre. El descerebrado sujeto me llevó hacía uno de los promotores y luego de intercambiar algunas palabras y ver que mi nombre, en efecto, estaba en lista, entré. Miguel tuvo que pagar entrada como cualquier mortal.
Harta bulla, tonadas monótonas, la tía vendedora de sándwiches, grupos de amigos, enamorados, ganes, pogo en medio del local, cerveza Brahma, el tío vendedor de fallos, son imágenes que evoco al escribir este intento de crónica. ¿Fue diferente este concierto? Sí, sin duda, el local estuvo medio vacío hasta la noche, la gente de la vieja escena se mescló en la sociedad, algunos, como yo, volvieron después de largo tiempo, hubo muchas, muchas caras conocidas, gente con su primer pogo, un asco por cierto, un pogo con harto salto, ¿dónde está el pogo true punk o el pogo de vueltitas? Pero bueno, gente viene y gente se va.
Llegamos cuando estaba tocando De la Nada, lo único bueno fue su famoso “Llantos y sonrisa”, canción que animó a la gente a armar un buen pogo. Posteriormente, subió Aeropajitas con su buen punk rock, tocó las canciones de siempre. Luego subió 40 gramos, tocaron sus canciones antiguas, realmente me hicieron recordar épocas de colegio, cuando hacía mis tareas escuchando el álbum “Jugo de naranja”, fue la primera vez que me agradó tanto una presentación de los 40 gramos. Inyectores y Tragokorto no lo hicieron nada mal. Terreviento con sus locuras, gritando “todos calatos, carajo”, tocando “bala perdida, “maldita hermosa”, incentivando que la gente haga suya las canciones, si es que lo intentó, lo logró.
Fue un concierto distinto pero me gustó, no, mentiría, me encantó. Aunque no haya escuchado a Diazepunk o Valerie Series o bailado ska con Psicosis, estuvo estupendo, quizá faltó un agresivo Serial Asesino, un multigénero Difonia o un chikipunk 6 voltios. Pero bueno pues, no todo se tiene esta vida. Asistir al concierto me hizo sentir vivo de nuevo, no me arrepiento de volver a lo que era antes, quizá con mucha universidad particular y sitios que no solía frecuentar, me había convertido en lo que antes repudiaba, nunca es oportunidad de cambiar o, bueno pues, volver a sus orígenes.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Segundo aniversario del blog

Esta vez no los aburriré contándole la historia de cómo nació el blog, porque ya lo hice en otro post. Así que no se me ocurrió mejor idea que la de crear un vídeo en la cual, ustedes, mis queridos y cultos lectores, sepan quien es aquella personilla que escribe estos garabatos virtuales. Señores y señoras del jurado (citando a Vladimir Nabokov) agárrense de sus respectivas sillas.


PD. Aunque la calidad del vídeo es recontra baja, debido a tantos factores logísticos; pero a pesar de eso me gustó hacerlo, haré, próximamente un vídeo en la cual será una entrevista bien estructurada y más amena. Nos vemos en el próximo post.

viernes, 28 de octubre de 2011

Semana de la FACEE - URP 2011

Desde lejos se podía sentir el ambiente cargado de júbilo, emoción y grandes expectativas. Pasé por el anfiteatro a las 2 pm. y ya habían separado asientos. “¡Qué tales pajeros pues!”, pensé. Me dirigí rápidamente hacia el unipersonal de Machín, se iba a realizar en la tensionada. La verdad no hubo mucho control a la hora de entrar, posteriormente me enteré que dejaron entrar a gente que no se había inscrito a las conferencias, tan sólo para asegurar un lleno total. Realmente fue un punto negativo para la organización porque iban a perjudicar a los que llegaban tarde pero ya habían pagado y se habían inscrito a las conferencias, pero bueno, no me interesa mucho ya que no fui uno de esos perjudicados. Entro y veo un brazo levantado, era Henry, me dirijo hacía donde estaba, a su costado estaba Keyla y Gretel. El calor era increíble, extremo e insoportable. Silbidos se escuchaban: la función no empezaba aun. En el momento más inesperado, sube Machín con un traje negro, saltando y bailando; fue sólo cuestión de minutos para que contagie la alegría al acalorado público; el show fue dedicado a su madre con mil y una anécdotas contadas con gran humor negro y sarcasmo. Los colones hacían lo imposible para ver. Luego de cerca de una hora de función y una vez acabado, el profesor de Marketing Estratégico hace presente a Machín un reconocimiento a nombre de la universidad. No es por nada, pero la URP, mi querida Richi, está mejorando notablemente en cuestión de cachimbos, profesores, nivel de enseñanza, infraestructura, tecnología. Claro hay muchas cosas que deben de mejorar como las máquinas del primer piso de económicas, la atención de las secretarias, la mala organización (aunque se ve una ligera mejora) y algunos profesores que simplemente no deben ya de enseñar (debido a su edad y su desactualización del mundo global cambiante).

Era una locura: gente corriendo, empujándose, vociferando. El anfiteatro estaba cubierto por una barrera humana. Lo sabía, me lo imaginé, es por eso que no llevé mi cámara fotográfica, mis posibilidades de ver a las modelos eran ínfimas. Gretel me dijo: “entra por ahí” y ya estábamos adentro. Nos sentamos en un lugar y en otro y en otro, hasta que, al fin encontramos un lugar perfecto para ver el show. Para amenizar el entorno, un payaso saca a bailar a dos bellacas. Nunca me imaginé que una de ellas iba a bailar tan putescamente como lo hizo, sin duda fue la ganadora de lejos, consiguió entradas dobles para el concierto de Víctor Muñoz. Las ansias crecían, la gente estaba desesperada, el humo de los cigarros rodeaban el anfiteatro, risas nerviosas se convertían en silencio cuando una modelo ingresó y con una sonrisa y mostrando tan descomunal cuerpo hacía suya las miradas y atención. Las modelos que desfilaron fueron Mari Cris Rubio, Jazmín Pinedo, Vanessa Tello entre otras y dos huevones. Cuerpos tan perfectos nos dejaban, a los hombres, con la cara de idiota total. Aquellas féminas parecían ser de otro planeta, otra galaxia, eran otra cosa. Lo más cómico fue que a un modelo, las flacas no le paraban bola y al otro sí. Vanessa Tello demostró porque fue MISS REEF, no caben palabras para describirla. La revelación fue Jazmín Pinedo; ya la había visto en persona en la premiación del Blog Day, aquella vez ella estaba en traje de anfitriona; pero esta vez deslumbró al público con su cuerpo imponente. Mari Cris Rubio, ¡Dios mío!, nunca imaginé que tendría el rostro tan perfecto, cada vez que la veía no dejaba de pensar que era una princesa, una barbie de verdad, perfecta, increíble. Las demás modelos que no sé sus nombres no bajaron las expectativas, para qué, estaban al nivel de la ocasión.

PD1. Luego del desfile de modas tocó Bareto. Debo confesarles que no soy un hincha de esa banda, pero bueno, fácil si hubiera estado un poco ebrio la hubiera gozado... en fin, eso fue todo amigos.
PD2. Perdonen por la foto, demasiado borrosa, pero bueno, no se le puede pedir más a alguien que nunca tocó una cámara.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Venciendo a la muerte

A lo lejos veo a dos personas sentadas fuera de mi casa, eran mi mamá y mi tía Anita, las saludo y me detengo a charlar con ellas, como nunca (normalmente hubiera entrado a la casa y hubiera ido de frente a mi cuarto a divagar por la internet). Todo era peculiar: la calle vacía; la luz de los postes, opacas; la noche, más oscura que nunca. De pronto, pasan dos seres indescriptibles y aborrecibles cerca de nosotros, por la pista, y el perro amarillo (perro que hace un breve tiempo atrás había empezado a dormir afuera de mi casa, cuidándola a cambio de comida y una mirada misericordiosa) se aproxima a ellos y les ladra, uno de ellos balbucea incoherencias, luego, el perro se aleja en un mar de sangre que le brotaba del hocico. “¡Puta madre!”, dije mirándolo. “¿Qué le han hecho”, oí voces vanas, el perro seguía desangrándose. Los inescrupulosos sujetos se alejan y uno de ellos grita, de nuevo, incoherencias. Mi tía Carmen sale de su casa y los insulta. Un sujeto que estaba tomando en la tienda del frente se acerca y dice: “Un cuchillo, brother, le han clavado un cuchillo”. Sin pensarlo dos veces entré a mi casa para buscar algún trapo que pudiera usar para detener el sangrado del pobre animal que no tenía la culpa de nada. Lo veo y sin importar que me muerda, porque era de la calle, le coloco el trapo como venda al perro. El trapo se teñía rápidamente de color rojo oscuro. No lo podía dejar morir, seguía pasándole el trapo. Mi mamá en shock, por el suceso inesperado, entra a la casa. Más tarde, al ver que el perro seguía botando sangre decidí llevarlo, con mi papá, al veterinario. Fuimos caminando, el trayecto era corto, pero esa noche pareció interminable. El perro rozaba su pata contra la herida. Seguía perdiendo sangre. Esa vez no sentía frio, estaba en polo y parecía que no había temperatura, lo único que tenía en mente era salvarlo. Llegamos. El veterinario lo examina y lanza el precio, luego de explicarle y hacerle entender el nivel del problema, nos pide que lo carguemos y que lo pusiéramos en la camilla metálica. El perro pesaba una tonelada. Luego lo distrajimos, el discípulo de Hipócrates le coloca la respectiva anestesia. El perro perdía los sentidos de a poco. Lo demás no recuerdo, ya que nos pidió que lo esperemos afuera del cuarto de operación. Nunca había sentido el esperar tan eterno. Miles de pensamientos rondaban por mi cabeza. Una vez que el veterinario terminara de cerrarle la herida con no sé cuantos puntos lo llevamos a la casa en una moto. Bajamos y lo acostamos entre unos trapos, el perro permanecía inmóvil, débil.

PD. Al día siguiente, luego de despertarme me aproximo a ver afuera, el perro no estaba, pensé que se había ido y había muerto desangrado, el perro después de todo es animal y era difícil que no se rasque la herida; pero no, al momento de irme a la universidad, salgo y lo veo parado fuera de la casa, con una fuerza infranqueable, con tantas ganas de vivir.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Black

Luego de la muerte de Pitufa decidimos quedarnos sólo con Lucas y no adoptar otro perro más. Hablemos más acerca de Pitufa. Vivió cerca de dieciséis años. Era pequeña, con un estómago prominente, de color amarillo, pelaje crespo y una osada mirada, cuando te miraba parecía que te exterminaba lentamente. ¡Ay!, Pitufa, no sabes cuánto deseo volver a verte, tenerte cerca y escuchar tus ronquidos a la hora de dormir. Continuemos con el relato, el lector se dará cuenta que la vida es corta y a veces te quita lo más preciado que uno tiene, así es, la vida es una perra.

Lucas desde esa vez se resignó a la compañía de la soledad. Deambulaba en las noches por el techo de la casa, mirando el cielo sin estrellas de Lima y, quizá, pensando en donde estará su fiel compañera. La mirada que me daba bastaba para saber que había perdido toda la fe, créanme que yo igual, después de la desaparición de Rambo (perro contemporáneo con Pitufa, fiel y un amigo de verdad) y otros hechos catastróficos era algo que escapaba de mis manos. Nosotros los mortales tenemos que aceptar la muerte como algo natural, algo que, tarde o temprano, pasará.

Los días transcurrían. Una de las tantas mañanas, en las que me iba al paradero para tomar un bus que me lleve hacía la universidad, noté algo: Lucas echado en la esquina del barrio junto a un perro de color del ébano, mirando, curiosamente, un portón de una casona destartalada. Sonreí y seguí con mi camino. Al día siguiente, el perro negro merodeaba mi casa, afuera, en la vereda, tiritando de frio, se notaba que odiaba el invierno. Lloraba exigiendo entrar a la casa, en más de una oportunidad tuve que botarlo para que se callara y nos dejara dormir, el perro era extremadamente insistente. Muchos días pasaron y este extraño visitante se mantenía afuera, cual celoso vigilante se haya visto. Su día de suerte llegó. Escuchamos gritos desesperados. Salí afuera, con mi padre, a ver qué sucedía. Nunca me olvidaré de aquella escena: el perro negro tirado, con las patas arriba, llorando y excremento a su costado (el miedo le había pasado una mala jugada). Un perro le había pegado. En un acto de piedad permitimos que el visitante oscuro entrara a la casa a pasar la cruda noche. Durmió en el segundo piso, mirando la puerta, desde un sitio estratégico, sobre un montón de chompas viejas. El convertirlo en mascota fue un poco complicado; es más, casi lo botan de la casa luego de robarse la comida de mi papá que estaba en la mesa. Pasó el tiempo y aprendió lo que era lo correcto y lo que no. Su primer baño fue algo catastrófico. El perro, que no había sido bañado nunca en su vida, al recibir violentos chorros de agua fría, gritaba desenfrenadamente. Al tercer baño se acostumbró y no volvió a gritar ni hacer berrinches nunca más. En el año nuevo casi se muere de miedo por la terrible bulla ocasionada por los malditos artefactos pirotécnicos.

“¿Cómo se llama?”, es la pregunta que algunas personas hacen al verlo. Tiene un nombre original, Black, así es, como su color. Black, es increíble que en tan poco tiempo te hayas convertido en mi mejor amigo y te hayas ganado el cariño de todos los que te rodean. Black, tus gestos, tus poses, todo me hace recordar a Pitufa. Al verte es como si la mirara. Es como si ella se hubiera reencarnado en ti, vaya, que tonterías estoy diciendo… Black, gracias por entrar a nuestras vidas.



miércoles, 24 de agosto de 2011

Blog Day 2011

Había cambiado de planes otra vez. Aquel luminoso viernes me dio tanta flojera de asistir a la ceremonia de la premiación de los 20 blogs peruanos, una porque desafortunadamente, para no decir injustamente (el lector se dará cuenta de cuan picón que soy) , no clasifiqué a la final de la categoría en la que concursaba (personal, en vez de literatura como debió ser) y otra porque no tenía con quien ir al after party. Supuestamente los que me iban a acompañar solo iban a ir a la ceremonia mas no a la fiesta, pero no fue así. Me conecto al facebook chat y dialogo con Zeila, invento excusas para no asistir, ya que había quedado con ella para ir. Analicé la situación, dejé de pensar solo en mí y pensé en los demás. No podía hacerle eso. Confirmo mi asistencia y llamo a Blind -también había quedado con él- para irnos a dicho evento. Y lo que sigue a continuación es la típica rutina de salir: me baño, me cambio, almuerzo, me pongo gel, me visto con la casaca que me habían traído de EEUU, me hecho perfume y por último saco dinero y mis documentos. Las demás cosas que pasaron luego no merecen ser contadas, no quiero aburrirlos, mis cultos lectores.
      En el microbús conversaba con Blind acerca de anécdotas, al mismo tiempo escuchábamos un poco de electrónica y mirábamos las calles sin gracia. Cuando llegamos al Auditorio de la Fundación Telefónica vislumbramos, desde lejos, pocas personas fuera de dicho lugar. Aun era temprano, así que fuimos en busca de algunos cigarrillos. La anciana que me atendió, me atendió con tal hostilidad que al momento de entregarme el vuelto, tiró las dos monedas de un sol cada uno a la vitrina. Estoy seguro que un poco más y me decía: “Chibolo concha tu madre para qué chucha me compras”. Regresamos y encontramos una pequeña cola, continuamos el orden e inspeccionábamos a las demás personas. Atrás de nosotros se ubicaron unos otakus sin vida y empezaron a hablar incoherencias -para los que no saben que significa otakus averígüenlo en internet, disculpen, son cosas que carecen de sentido. Zeila me llama y me dice que se encuentra al último de la fila. El momento de entrar fue calamitoso, había una puerta como las del aeropuerto, donde uno pasa y si tiene algo de metal, hay un censor que suena. Tuve que pasar tres veces, sacarme la casaca y el celular, todo para, al final, mostrar mi correa punkeke. Entrego mi DNI y lo pasan en una luz roja, acto seguido me dan un sticker. Blind pasa y es interrumpido por una alta señorita vestida de blanco, ésta le hace preguntas. “Hola Andrés”, le dice mirando el sticker que decía su nombre. “Hola”, responde. “¿Cuál es tu blog?, dijo. “No tengo blog, yo vine a acompañar a mi pata que tiene su blog LA MENTE MAESTRA”, añadió mi estimado amigo señalándome. Luego de pronunciar aquellas palabras la cámara me enfoca. Escogimos un apropiado lugar donde sentarnos y esperamos que comience dicho evento.
      La ceremonia comenzó con las palabras de un español promocionando un nuevo proyecto. Luego fue el estreno del video publicitario del evento. Me palteé al verme haciendo cojudeces en dicho spot, la gente se vacilaba, salió magnífico. Después pasaron videos acerca de los mejores bloggeros, aquellos que marcaron historia. Y por último la premiación según categorías: parecía la entrega del óscar, muy bien organizado. Anhelé recibir el premio y el diploma y el premio adicional y tomarme foto con la anfitriona y los entregadores de premio y mencionar algunas palabras de agradecimiento. Como presentador estuvo Henry Spencer, como premiadores de premio estuvieron, entre los más conocidos, la popular “Lava pie” Sasieta (Ex – congresista), la escritora del comercio y del blog “Busco novio”, entre otros. Una vez finalizada la ceremonia fuimos a comer algunos bocaditos y tomar una copa de Pisco Sour. Me tomé foto con unos sujetos que tenían la máscara de ANONYMUS. Pedimos nuestras respectivas pulseras para el after party y subimos al bus. Nos dejó en la puerta de la discoteca Glow. Describiré rápidamente el lugar: ambiente muy acogedor, tamaño preciso, excelente barra, buena música, chicas bonitas, trago por doquier, risas y alegría. Confieso que la idea era quedarnos un toque en la discoteca, pero al ver lo bien que la estábamos pasando, nos quedamos hasta la una y media. Zeila y yo comenzamos con un vodka; Blind, con un whisky. Luego pedimos muchas, demasiadas cervezas, de todas las marcas, la cosa era tener alcohol en el cuerpo. Era gratis, estábamos en la gloria. Muchos vinieron en grupos numerosos; en cambio nosotros éramos tres, luego se nos une un bloguero de Kpop y unos tíos de la Prensa, qué locura, ¡concha su madre! Uno de los tíos estaba tan borracho que hacía huevadas, hacía como si fuera cabro, jodía a las flacas que pasaban, discutía con los guardaespaldas, había perdido el control. Nos tomamos un par de fotos con Charlie Parra del Riego (gran guitarrista de la movida subterránea). Al final decidimos llevar al nuevo compañero (bloguero Kpop) a su casa, al verlo en tan malas condiciones. Posteriormente, dejamos a Zeila y continuamos conmigo, Blind fue el último en irse. ¡Qué noche!, sin duda, las cosas que no fueron planeadas salen increíbles.





PD1. El siguiente video fue el spot publicitario de los 20 blogs peruanos 2011, alucinen que fui parte de esa payasada, pero salió paja. Si no me sacan, soy el muchacho de casaca blanca con polo negro (min. 0:53 y 2:58)
PD2. Qué tal temblor csm. Fea huevada. Muchachos, hagan lo que tienen que hacer porque fácil la hora final se acerque muy pronto, suerte.

domingo, 14 de agosto de 2011

Final inevitable

Me encontraba sentado con mis amigos por la facultad de Ciencias Económicas, mientras Kevin hacía sus estúpidas bromas. Grupos de jóvenes con sonrisas resplandecientes pasaban por nuestro lado; los rostros parecían idénticos. Sin hacer mucha articulación saco mi celular del bolsillo, alguien me estaba llamando, el número era desconocido. Contesto. Se trataba de una chica que se hacía la misteriosa, no decía quién era. Al creer que era una broma de alguna orate, cuelgo y sigo conversando sin darle importancia. 

El profesor de filosofía seguía hablando temas aburridos; yo, miraba los dibujos que hacía Stefano y a la vez escuchaba las perradas que hablaba una chica que estaba sentada delante de mí. Mi celular, de nuevo, vibra. Observo y eran un par de mensajes de texto. “Nos conocimos en el cumple de tu prima, bailamos un toque pero me fui temprano”. El otro decía: “Si me quieres conocer, contesta o devuélveme la llamada, sino, no hagas nada y siempre nos preguntaremos que habría sido”. Qué tal misterio, empecé a recordar… 

Hacíamos cola para ingresar a la Calle 8 (una discoteca de mala muerte, concurrida por delincuentes, pirañas, putas y flows). Una muchacha vestida de polo blanco y jean azul me hace el habla, era amiga de mi prima. Todo concordaba, era ella, lo malo era que no me acordaba de su rostro. El reggaetón sonaba a todo volumen, las parejas bailaban desenfrenadamente, rompían la pista de baile; yo tomaba con mis primos un poco de cerveza con agua y sangría. Mi prima se acerca y me dice que saque a bailar a su amiga. Estaba sola. “Bailamos”, le dije en un fingido papel de seductor. La chica me coge del brazo y me lleva a un lugar donde había espacio, suficiente espacio para bailar. Me da la espalda, se acerca rosando nuestros cuerpos y se empieza a mover como una excavadora. Traté de seguirle el ritmo. Habremos bailado como cinco canciones seguidas, hasta que de repente, se fue, sin despedirse, sin decirme ni siquiera su nombre. 

Salgo del aula y decido llamarla. Mantuvimos una conversación amena, la verdad, no me acuerdo de lo que hablamos exactamente. Me dijo como se llamaba, su nombre era Maruja, feo nombre por cierto. Me dijo también que estudiaba odontología y estudiaba en el Británico. Le pedí su Messenger y prometí que seguiríamos estando en contacto. No me podía sacar de la mente que de repente era una fea de mierda y me iba a llevar una horrible sorpresa, entonces llamé a mi prima. Me dijo que era bonita y buena onda. No satisfecho o más bien dicho, no tan crédulo por aquella descripción, la busco por facebook, entro a su perfil, veo sus fotos, en muchas fotos salía muy descarada; a pesar de eso no me llamó la atención, no era de mis gustos o no era lo que yo buscaba. Me desilusioné. Pero pensé rápidamente, analicé la situación y llegué a la conclusión de no tomarla en serio, ni cagando iba ser mi enamorada, pero podía ser un agarre o algo más. 

Desde esa vez nunca volvimos a hablarnos por celular, nos manteníamos en contacto a través del Messenger o por mensajes de texto. Cada mañana recibía mensajes suyos, mensajes ridículos, como: “que tengas un buen día bebé” y cosas que no vienen al caso ser escritas. Me llegué a hartar de su obsesión y sus constantes acosos. Un día me preguntó qué había pasado entre nosotros y le dije lo que pensaba, no, no le dije lo que pensaba, le seguí el maldito juego y me dijo que estaba sola en casa, supuse que esa era la noche, me bañé y me fui a darle el encuentro. Estaba preparado supuestamente para todo, pero nunca me imaginé lo que iba pasar. 

Su casa quedaba en La Victoria, una zona un poco sabrosa, llegué en taxi para evitarme problemas. Bajé y cantando una canción de Chabelos en son de victoria me dirijo a su hogar. Me abre ella. Será por la emoción o no sé qué, pero no la vi tan fea. Oportunidades así no se presentan todos los días así que tenía que aprovecharla. Estaba vestida con un top negro y un minúsculo short deshilachado. Nos dirigimos a su cuarto, sin parlotear mucho, de frente al grano. Le dije que me espere un momento y me fui al baño. Cerré la puerta e hice un gesto de triunfo con los brazos. Me miré el rostro a través del espejo, sonreí y acaricié mi quijada. Llamé a mi prima para darle las gracias y contarle que estaba a instantes de la hora final. 

–¿Dante? –en el tono de su voz comprendí su tremenda tristeza. 
–Sí –dije– ¿Por qué estas así? 
–Maruja murió. 
–¿Es una broma? –dije– estoy en su casa ahora. 
–Habla bien. Murió una semana después de mi cumpleaños: el 5 de abril. 

Traté de recordar y sacar cuentas, la única vez que hablé con ella fue más o menos el 2 o 3 de abril. Desde el 5 me comuniqué con ella solo por Messenger y mensajes de texto. Recordé también que en su facebook sus amigos le escribían cosas como: “que en paz descanses” o “espero que estés en el cielo con tus seres queridos”. Abrí los ojos desorbitadamente. Pensaba que lo hacían de broma. Mi celular cae al piso y se abre, la batería se desplaza a una distancia considerable. Mis piernas empezaban a temblar y el sudor frío caía por mi rostro. Abro la puerta del baño y veo la cabeza de Maruja tirada en el piso. Grité como nunca lo había hecho. Salí de la casa y corrí sin rumbo, a toda velocidad, sin importar lo que pensarán de mí, con la única intención de escapar de aquella pesadilla. 

Buscando en google me enteré que ella murió en un accidente automovilístico, ella cruzaba la pista hablando por celular y un negligente conductor la atropella, salió disparada, llegó otro auto y la arroyó, sacándole la cabeza. Justo esa tarde hablaba conmigo…


jueves, 28 de julio de 2011

El practicante

      Bajo del microbús. El paradero era una avenida donde se podía apreciar un cuadrado delimitado por fierros azules y un vidrio transparente. Siempre estaba habitado por algún alma errante, mayormente eran escolares lo que se detenían a esperar su carro, muy poco se veía a jóvenes trabajadores y adultos sentados. Al frente se podía apreciar un hermoso parque, de un tamaño promedio, lleno de árboles y sin asientos. En dicho lugar se concentraban algunos militares, esos cachaquitos vestidos de verde, uniformados y con sonrisas estúpidas.
      Cruzo la pista, ya conocía el lugar, era imposible perderme como lo hice en la entrevista, un día anterior, un día en el cual en vez de estar feliz por mi primer trabajo, me sentía preocupado, sin saber cómo iba a hacer para estudiar en la universidad y trabajar a la vez. Sin duda, hay que tener huevos y ser lo suficientemente responsable para hacerlo. Toco el maldito timbre y luego de unos agobiantes minutos se abre la puerta. Subo. Entro y saludo al contador, aquel sujeto era el contador general y gerente de la empresa. Su esposa era la gerente administrativa y tres muchachos (dos féminas y un patita que me llegaba al pincho) eran los auxiliares contables. Yo iba a ser el practicante, el chibolo inexperto, aquella persona que trabajaba por horas y por la mísera cantidad de trescientos soles, ¡un abuso!, pero qué se puede esperar de un país que un simple empleado de telemarketing o colaborador en algún restaurante gane más que un estudiante que empieza a trabajar realizando prácticas. El primer día fue increíblemente agotador. Me acuerdo que llegué a mi casa y dije: “nunca más regreso a ese lugar y continuaré el Británico”, pero mi hermano y mi padre alentaron a que no me dé por vencido. Pensándolo bien me dieron muchas facilidades al permitirme ir los viernes a las 5.00. Bueno, posteriormente llegaba un poco más tarde, era demasiado relajado.
      Aprendí a efectuar registros de venta y compras, según sea el caso. Es increíble pensar que si te equivocas en algún monto o descuidado das enter y no te fijas en la cantidad del IGV, la cagas todo. Mínimo tres o cuatro días para vaciar los datos de las facturas, y un par de horas para revisar si te cuadró o no. Lo más tedioso, sin duda, era ver que te haya cuadrado porque basta que te hayas equivocado en algo, tienes que revisar cuenta por cuenta los montos, imagínense que cada registro tenía como doce páginas, por lo regular, y cada página tenía como cuarenta asientos contables (para el que no sabe de contabilidad, aunque no sea así, le vamos a llamar facturas), multipliquen y se darán cuenta. Obligado, se aprende a ser paciente y ordenado. Otras veces me la pasaba sellando o rellenando facturas. O al final, a sacar percepciones de los PDT.
      Me inflaba el pecho diciendo: “yo trabajo pe”, “yo soy asistente contable”, “puta, no tengo tiempo”. Aunque a veces me daba pena faltar a reuniones o eventos donde el alcohol no iba a faltar y muchas cosas interesantes, pasar. Gajes del oficio, eso eran.
      Tenía que comer solo cuando no me tocaba clases de microeconomía, porque mis “amigos” se iban a la 1:00 ya que no tenían clases en la tarde. Era rutinario, luego de comer en algún restaurante frente a la universidad o adentro, cuando llevaba taper los sábados, iba al baño, trataba de demorarme lo más que podía. Salía y me daba vueltas por la universidad, por las facultades, viendo los carniceritos de Medicina o la gente rara de Lenguas Modernas o los pastrulos y chicas ricas de Arquitectura.
      Lo que me llegaba la pincho era cuando me mandaban a pagar tributos al BCP. Lo bueno era que dejaba de trabajar y hacía hora, relajaba mis piernitas ya que odio estar sentado mucho tiempo consecutivo. Los cajeros me llegaban al pincho, muy creídos eran, más de una oportunidad me hicieron regresar por cojudeces, pero bueno, tenía que pagar el derecho de piso, como se dice. Un día el contador me pidió que pague las CTS y me indico los pasos que debía a realizar. Con el dinero en los bolsillos, me dirijo caminando hacia el BCP (La Molina), dicho lugar quedaba a corta distancia de mi centro de operaciones. Mirando las calles, los postes inertes, los árboles verdes, la gente amargada y presumida. Pregunto a una señorita vestida de azul, con voz ridícula y sonrisa fingida dónde es la cola para pagar las CTS, la señorita me indica que si tengo tarjeta en la C o si no en la S. Me dirijo en la C (ya que el contador me había dado su tarjeta para ahorrar tiempo). El esperar se hacía eterno. Al fin, mi turno. Deslizo la tarjeta y no suena (nunca me salió esa huevada), el insolente cajero me pregunta si era mía, miento, le digo que sí, lo pasa por la máquina y suena el aturdecedor ¡Pi! Le entrego el documento en físico y el USB.
      -El documento tiene que estar con la fecha actual.
      -Así me lo dieron.
      -¿Está lejos tu trabajo?
      -Está cerca, en Flora Tristán –respondo inocentemente.
      -Por esta vez te voy a hacer pasar –contesta el hijo de su madre aquel, como si estuviera haciéndome un favor-, pero la siguiente no, ya sabes tiene que estar con la fecha actual.
      -Ok.
      Se acerca su supervisora con cara de pocos amigos.
      -¿Con que nombre está el archivo? –indica.
      -No sé, ¿hay muchos archivos?
      -Sí, demasiados, tienes que regresarte para que preguntes, el buscar es una pérdida de tiempo, tenemos que atender a los demás clientes.
      “Puta madre”, digo entre mí. Me voy. El sol se ocultaba entre las nubes. Llego a la empresa y le cuento todo lo ocurrido al contador. “Mete el USB y mira con que nombre está”, dice. Habían demasiados archivos, sí, pero había uno que decía, bien claro, CTS mes de junio. Era obvio que lo hicieron a propósito. Quedé como un perdedor, un forever alone, un imbécil. El contador estaba que reventaba. “Quiero que regreses y te hagas respetar, no es posible que esos sujetos por ser practicantes en un banco se crean lo máximo y hagan lo que se les da la gana, mándalos al carajo, porque si no lo haces quedarás como un idiota”.
      Minutos pasaron y vengo con las facturas selladas con “Pagado”. El contador me pregunta qué pasó, le cuento con algunas leves mentiras. “Romario, yo sé que eres un chico bueno, con valores, no se te ve malicia en los ojos. Pero debes comprender que el mundo está rodeado de basura, gente que se cree más astuto que uno, psicópatas, gente basura, violadores, rateros, tanta inmundicia se ve en las noticias, ¿Has visto la noticia de aquel imbécil que se creyó Romeo y se suicidó y mató a su enamorada por el sólo hecho que nadie estaba de acuerdo con su relación? Quiero que te des cuenta que el mundo está infestado de escorias y si no empiezas a cambiar te irá mal”.
      A la semana me acostumbré, trabajaba escuchando música, con los audífonos en mis oídos, alejado de los demás trabajadores, concentrado en aquella sinfonía del momento y lo que tenía que hacer. Un plauso se merece Elizabeth, aquella compañera que nunca dijo no a mis preguntas e inquietudes, siempre estuvo dispuesta a ayudarme. Personas así no se ven carajo. Los demás trabajadores también fueron amables conmigo, para qué. El hijo del contador me llegaba al pincho. Venía a joder, hablando cojudeces, típico de los chibolos acojudados.
      Nos dirigíamos a cobrar a un cliente. Estaba sentado en el automóvil del contador, él manejaba y su esposa iba al lado.
      -¿Qué es lo que me querías decir ayer?
      No sabía que decirle, tenía un nudo en la garganta.
      -Debido a mis estudios, la falta de tiempo, voy a tener que dejar de practicar.
      -En la empresa vemos eso –me contesta fríamente, como si no le interesara.
      Los días que siguieron para completar el mes, fueron monótonos, aburridos y estresantes. El último día fue el más pesado tenía que completar todo lo que me faltaba, sino no me pagaban. “A la mierda”, digo, viendo en la computadora la hora, eran las 8:05. La gerente administrativa se acerca y me da los s/. 300, correspondientes, en efectivo. Mi corazón latía de forma acelerada. Firmo la hoja que me da. “Eso es todo Romario”, me dice. Le estrecho la mano, protocolarmente, y le digo: “Gracias por darme la oportunidad (de trabajar)”. “De nada, gracias a ti, más bien Romario”, finalizó con voz dulce y tierna. Me aproximo al paradero. Era una de las noches más felices de mi vida. El pago fue una miseria, sí, pero era el dinero ganado por el sudor de mi frente, esfuerzo y conocimientos y eso significó mucho para mí.

PD1. Estoy concursando en el BLOG DAY (20 MEJORES BLOG DEL PERU) en la categoría personal http://20blogs.pe/votar/?id=855
PD2. Salí invicto en el cuarto ciclo, fue un ciclo estupendo, histórico, aprobé Estadística sin problemas y fui a un sólo sustitutorio.
PD3. Estas vacaciones aprovecharé en escribir, corregir cuentos y alistarme para los XV JUEGOS FLORALES UNIVERSITARIOS URP.

domingo, 3 de julio de 2011

Día del amigo

Leía Lolita –aquella novela que desde hacía no mucho, soñé y anhelé tener en mis manos– en mi cuarto, hasta que, el estruendoso sonido del vibrado de mi celular me desconcentra. Era un mensaje de texto. Lo leo: “Soldado, ya chapé moto”. Dibujé una sonrisa burlesca en mi rostro y continué leyendo, hasta terminar el capítulo.

“¿Llevo DNI? No, ni cagando, ¿para qué?, cualquier huevada saco mi carnet universitario del 2009 y las huevas, ahí están todos mis datos. ¿Y celular?, peor, fácil venga medio picado y pierda, así que no, por las huevas. ¿Y plata?, ¡puta madre!, llevaré dos cheques… no tengo sencillo”.

Luego de unos minutos me llama el loco diciendo que está afuera de mi casa. Era la medianoche y todos estaban en sus respectivos dormitorios. Subo y rutinariamente pido permiso a mi viejo. “Ya, ten cuidado”, sentenció luego de aceptar mi solicitud.

Volver a ver a mi amigo, ¿amigo?, es casi como mi hermano… por Dios; era lo más gratificante que tuve aquel domingo naciente. Mientras caminamos, conversamos sobre las novedades que habíamos tenido durante ese lapso de no vernos.

Veíamos, sin querer, a la multitud de gente alrededor de las discotecas, caras sonrientes, y otras, al acecho. Sentíamos el frío, un frío tímido comparado a otras noches.

Me llegan al pincho las fechas comercialonas, pero bueno, cualquier pretexto para pasar un buen rato y olvidarme de la universidad y esas cosas que consumen mi sagrado tiempo son justificables. 

Llegamos a la licorería, un pequeño establecimiento ubicado al frente de Metro, debajo de una discoteca de mala muerte.

–Dos vinos, esos de cuatro soles –Loco me entrega su parte en términos monetarios.

El proveedor del alcohol tenía una cara de zombie, lo más probable era que estaba coqueado. Nos mira y se queda pensando.

–Ya, pero faltan dos soles.

“Hey, un toque, nosotros nunca le habíamos pagado. Dos cosas: nos está probando o en verdad se ha confundido”, pensé. Nos miramos las caras. “Vamos a arriesgar”, pensé.

–Dale sus dos lucas –entregándoles dos monedas a loco.

Loco le paga y el proveedor desaparece. Después de unos breves segundos aparece con las botellas y nos las entrega. “Vámonos al toque”, le dije a loco, huyendo a raudos pasos.

Cruzamos y nos dirigimos a las Flores. En el trayecto nos percatamos que el distrito tenía lo suyo: chicas entre veinte a más, de gran belleza y picardía, caminando ostentosamente en grupo.

–Vamos a comprar puchos ­–dije.
–Nada –con un gesto de desaprobación–, compra y yo te acompaño.

Vimos una tienda que estaba medio cerrada, adentro estaban tres compañeros del alcohol, tomando unas Pilsen.

–Una cajetilla de Marlboro –dije.
–Espera –dijo el tío– voy a ver si hay.

Uno de los beodos me mira, mueve su cabeza y me hace el habla.

–¿De puta madre no?
–Claro –dije
–¿Sabes quiénes son?
–Nada brother.
–Nirvana pe –haciendo, con sus brazos, como si tocaría una guitarra.

Me resultó extraño que un sujeto así me esté dando clases de rock, pero bueno, a decir verdad, mis gustos musicales han cambiado descomunalmente desde que terminé el colegio.

El tío regresa con una cajetilla de veinte unidades.

–Pucha no tiene una de diez.
–No, no hay.
–Entonces una cajetilla Lucky.
–Y también un encendedor –dice el loco.

Le pago veinte soles y me da como saldo de la operación quince soles.

–¿Un sol está este encendedor? –enojado dice el loco.
–Puta, ya fue –Lo único que quería hacer era irme de esa mierda de lugar y dejar a aquel ebrio que hablaba incoherencias.
–Me llega al pincho la gente que se cree pendeja cuando no lo es –finalizó el loco.

Nos sentamos afuera de la puerta de la casa de Yesenia. El loco la llamó a su celular, pero ella no contestó.

–¿Estás seguro que te dijo que normal podíamos venir?

Me resultó extraño porque ella, hacía un par de horas, me mando mensajes diciendo que mejor lo posterguemos para el domingo. Loco revisa el mensaje.

–Puta madre, me equivoqué.

Reímos.

–Pero igual voy a llamar hasta que reviente el teléfono. Los intentos resultaron en vano.

Abrí una botella, me serví, saqué un pucho, me lo puse en la boca, exhalé lentamente liberando un fino hilo de humo; mientras loco hablaba con una bandida por celular.

Loco se sirve y me empieza a hablar de política. La bohemia alcanzaba su máximo esplendor.

Un tipo se sienta al costado de nosotros, sin duda, era un choro. Nosotros nos dimos cuenta y seguimos hablando de lo más normal. A los minutos aparecen más choros. Seis se fueron a la derecha, el camino donde había más gente. El choro que estaba sentado se va y se encuentra con tres choros más. Luego cuatro choros se van a la izquierda, el lugar más oscuro. Nos tenían acorralados.

Sale la inquilina de Yesenia. “Ella no va a salir y no hagan bulla que el bebe está durmiendo”. Nos recordamos que Yesenia un día nos contó que tenía una inquilina maleadaza, era la líder de una secta de delincuentes. La tipa se reúne con los demás choros y conversan sobre algo. Desaparecen.

–Ya, vámonos, salgamos por la derecha.
–Es ahora o nunca.
–Yo llevaré la botella.

Habíamos terminado una y la otra estaba casi llena.

–Yo llevaré los puchos y el encendedor.

Huimos.

–Fíjate si nos siguen.

Llegamos al paradero y observamos a un serenazgo.

–Vamos por la alameda –generalmente serenazgos custodian dicho lugar.

Ya nadie nos seguía, pero aun no estábamos librados, el camino por recorrer era largo y peligroso. Ebrio, orino en plena vía pública, hacía tiempo que no hacía eso.

En el camino seguimos tomando, eso me hacía recordar cuando tenía quince años y chupaba en la calle rumbo al rock en el Parque. Llegamos al paradero 12 y nos subimos a un muro a descansar un toque, de paso, fingíamos ser malandros para engañar a la gente.

–Pura pareja nomás pasa.
–Sí, ¿no era día del amigo?

Reímos.

–Esas flacas están hasta las huevas, de ley van a tirar.
–Sin duda…
–Amigos con beneficios pe.

Y en eso, pasan por nosotros dos alcohólicos. Uno me miró y pensó que estaba fumando marihuana, al ver que fumaba un cigarrillo pequeño…

–Invita.

Le entrego el pucho.

–Llévatelo nomás –dijo el loco.

Y siguieron su camino.

–Quiero vomitar –dice el loco.
–Vomita nomás, como si las huevas.

Y lo hace. La gente que pasaba por el lugar nos miraba.

–Párate, parado nomás –decía argumentando que no estábamos ebrios.

Volver a tomar, después de un largo tiempo, nos pasó la factura, bueno, le pasó factura.

–¿Puedes llevarme a mi casa?
–Las huevas, vamos.

Lo dejé en su casa y ahora tenía que ir a la mía. Me llegó todo, no tenía mucho que perder, tan solo quince soles y un carnet antiguo. Además no tenía otra opción.

En el trayecto pasé por alcohólicos que salían de los bares, parejas que salían del telo, prostitutas esperando a sus clientes y choros.

Eran ya las cuatro de la madrugada. Toqué. Mi madre mencionó mi nombre.

–Sí, soy yo, ábreme.

Entré, mi perro salió, lo hice pasar. Me dirigí a la cocina a tomar un vaso con agua. Me saqué las zapatillas y la billetera de mi bolsillo. Y en acto de victoria caigo rendido a mi cama.

lunes, 6 de junio de 2011

Elecciones otra vez

      El paradero atiborrado de masa humana, la mañana gris y los microbuses y combis haciendo su agosto, caracterizaban dicho día festivo. Me encontraba en el paradero esperando que pase un bus, el único que me lleva a la puerta del lugar de sufragio. Después de unos diez minutos pasa dicho bus. Lo paro. Y en mi extremo afán de terminar con todo, me trepo en la puerta trasera, el bus estaba tan lleno que a duras penas pudo cerrar la puerta. Con una mano me sujetaba del fierro que está contiguo a la puerta y la otra estaba metida en mi bolsillo, resguardando con gran recelo mi DNI y algunas moneditas que conformaban mi pasaje. No llevaba billetera ni mucho menos mi celular ya que el lugar donde me tocaba votar era el fin del mundo, un sitio maleadazo, peligroso, el centro de la delincuencia y gente de mal vivir.
      “Pashajes, pashajes”, se escuchaba a lo lejos, el cobrador descuidado no me cobró y siguió de largo. Las líneas automovilísticas hacían lo que se les daba la gana, me dejaron a medio camino, pensaba reclamar mis derechos, pero, viendo que todos se bajaban, no iba a ser el único que siga en el bus, resignado, bajé, sin evitar esconder mi desazón.
      Esperé que pasara otro bus, mi esperar pareció eterno. “No la hago”, dije, cuando pasó el siguiente bus y no paró, debido que estaba repleto. Ahora el reto era llegar al lugar de sufragio y votar. Desesperado tomé cualquier bus que vaya de frente, sin darme cuenta me desvié del camino y me bajé en Montenegro, me bajé porque todos bajaron.  No conocía el miserable lugar. Tenía que hacerme el del la zona, porque sino no llegaba vivo a mi casa. Cruzo la pista y veo a un serenazgo.
      -Disculpe, ¿conoce el colegio Juan Pablo II?
      -No, ¿Dónde queda más o menos?
      -No sé, Mariategui, Casa blanca, por ahí creo.
      -Ah, eso está más abajo, te has pasado.
      “Lógico pe huevón, claro que me he pasado, por eso estoy aquí”, pensé
      -¿Y cómo hago para ir aya?
      -Tómate un carro hasta el 5 de Mariscal y te vas a la derecha con otro carro.
      -Ok. Gracias.
      Hice lo indicado y luego de detalles que no merecen ser contados, llegué al 5 de Mariscal. El lugar ya lo conocía. “Cha voy a tomar carro, caminando nomás”, dije entre mí, y con el valor que pocas veces tengo, me dirigí caminado, sin importar estar en una zona maleada, en ese momento todo me llegaba, nada tenía importancia, sólo quería llegar, votar y acabar con esa huevada.
      Entro al colegio, el pabellón donde me tocaba votar estaba al frente de la puerta principal; el aula estaba vacía, no hice cola, de frente entré.
      Entrego mi DNI al miembro de mesa y con la cartilla en mano me dirijo a votar. Siendo sincero desde hacía mucho tiempo mi voto estaba decidido: VICIADO. Iba a realizar gráficos obscenos y escribir unas cuantas lisurillas, firmando con otro nombre, pero no, cambié de elección al último momento. No voté por Keiko, porque votar por ella era decir que estaba de acuerdo con lo sucedido hace más de diez años: dictadura, renuncia por fax, genocidio y violación de derechos humanos, era inevitable no sentir asco. En un acto impensado marqué la O, ni en mis más lejanas pesadillas pensé votar por él, pero bueno, amigos míos habían influenciado, sin duda, en esta elección. Doblo la cartilla, la meto en el ánfora. Firmo, meto mi dedo medio a un pomito donde había líquido azul y finalizo con el sufragio guardando mi DNI. Ya de espaldas a los miembros de mesa digo: “¿Tanto por esta huevada?” y de pronto, escuché carcajadas. 



domingo, 15 de mayo de 2011

Entrevista (la revancha)

Era un día normal, un viernes como cualquier otro. Entro a la sala de cómputo de la facultad de Lenguas Modernas de mi universidad, me siento y divago por el ciber espacio. Abrí mi correo, simplemente para hacer hora, ya que no había Messenger, ni Facebook, ni cosas en las que pueda hueviar un instante. Revisando, observé un correo de un destinatario que se me hacía un poco familiar. Era el contacto de una empresa diciéndome que llame y coordine sobre la entrevista.
Al día siguiente llamo, era sábado y nadie contestaba, el domingo también lo hice y no recibí mayor respuesta.
      Cansado, el lunes llamé por última vez y por suerte, la entrevista quedó pactada para el miércoles. Para eso tenía que salir temprano de Comportamiento Organizacional, faltar a Microeconomía I y luego de la entrevista, irme lo más rápido posible a la universidad para el seminario de Estadística.
      Llegó el día D, hice todo lo planeado, al pie de la letra. Fui a la universidad, entré a la biblioteca y encontré a Gretel y a Keyla estudiando estadística, las saludé y le pregunté a Keyla como nos había ido en el caso de Comportamiento, “Bien, nos sacamos 18”, dijo. Sonreí y charlé un toque hasta que el bibliotecario me invitó a retirarme si es que quería seguir conversando. Salí. Pregunté al guachimán de la puerta con que carro podía irme de frente a la av. Flora Tristán, y el muy conchasumadre me dijo que vaya hasta Javier Prado y de ahí tome otro carro; digo conchasumadre porque desde Benavides hay miles de carros que vayan de frente a dicho lugar; pero bueno…
      Bajé del carro y pregunté a muchas personas sobre dicha empresa, desafortunadamente, me enviaban al desvío, hasta que, de pronto, se me ocurre cruzar la pista, verifico los números y encuentro la puta empresa.
      Una gran puerta de fierros plomos resguardaba la empresa. El calor del sol disminuia cada vez más, aquel sol abrazante había mutado a un sol tímido y alumbrador. Toco, después de unos minutos veo a una señora de las cuatro decadas, se encontraba en el segundo piso, haciendo una seña, como queriendo decir que toque el timbre. Toco el timbre y la puerta se abre. Subo, entro y la saludo. Luego, la tía me entrega una hoja, la cual tenía que rellenar. Cuando finalizo, la tía me invita a la oficina del gerente.
        -Muy bien, Dante –mirándome- siéntate.
        Lo analizo fijamente.
        - He estado leyendo tu CV y bueno, hay una serie de inconvenientes.
        Torcí una ceja.
        -Primero, eres estudiante de administración y aquí queremos a muchachos que estudien contabilidad.
        - Sí, lo sé, pero he llevado muchos cursos relacionados con contabilidad, así que tengo conocimientos sobre eso.
        - Habrás llevado contabilidad I y II, pero acá se quiere a gente que sepa más que eso, como por ejemplo, Tributación, legislación laboral, y esos cursos.
        Chasqueo la boca, mostrando mi descontento. Yo recien cursaba los cursos mencionados y peor aun, algunos, los iba a ver en ciclos posteriores.
        -Por otra parte, veo que no tienes experiencia laboral… ¿No has trabajado ni siquiera como teleoperador en ventas?
        -La verdad no, pero creo que estoy en la capacidad de desenvolverme de la mejor manera en la función que se me otorgue.
        -Leí en la hoja, que tus expectativas salariales son el sueldo mínimo, pero acá a los practicantes sólo se les paga el pasaje y el refrigerio, que en términos de dinero, son 300 soles – finaliza- ¿Qué dices?
        -Pucha, normal, yo sólo quiero practicar –pensando que aunque me paguen una miseria, conseguiría experiencia y me serviría para mi CV.
        -¿Y cual sería tu horario?
        -Puedo todos los días a partir de las tres de la tarde, a excepción de los viernes que tengo clases hasta las 5:10, pero podría pedir permiso antes y estar acá a las 5:00.
         -¿Y los sábados, no tienes clases no?
        -También tengo clases los sábados, pero en la mañana, así que en la tarde no tendría mayor inconveniente.
        -¿Dónde estudias?
        -En la Universidad Ricardo Palma.
        -Ah, en la Richi.
        - Sí –dije luego de mostrar una sonrisa.
        -Ok. Empiezas mañana.
       Esa respuesta fue demasiado inesperada, escuchando todas las trabas que puso, en verdad pensaba que no iba a conseguir el empleo.
        -¿A qué hora vengo, tres de la tarde?
        -Sí -y finalizando- puedes venir con la ropa que te sea más cómoda.
        Sentí un alivio porque es pesado usar terno todos los días, además no estoy muy acostumbrado a usarlo.
        -¿Con zapatillas, camisa, normal?
        -Así es.
        Le extiendo la mano y me despido

PD1. Ya tengo un poco más de una semana trabajando, a decir verdad, al segundo día quise “patear el tablero”. Pero luego de analizarlo, tenía que darle un cambio a mi vida y no desaprovechar las oportunidades que se me presentan.
PD2. Tener 19 años recién cumplidos y ser Asistente Contable, como que le da un plus. Aunque sea compensa un poco la miseria que me pagarán a fin de mes.

martes, 22 de marzo de 2011

Anécdota

Abel permanecía ebrio y desafiando el equilibrio, parado, esperando que viniera un bus para ir a su casa. Eran las tres de la madrugada, lógico, la pista estaba vacía, desierta, sin carros, sin nada, sólo el brusco viento y la oscuridad de la noche. “Putamadre”, se decía una y otra vez. Y de la nada empezó a recordar todo.
Se venía de una fiesta, en Surco, de una amiga de la universidad. Se quedó anestesiado por el alcohol y el poco de cocaína que había inhalado. Al despertarse se dio cuenta que se había pasado de paradero y que estaba en el anexo 36 –dónde será esa huevada dirán ustedes, bueno, el anexo 36 es el último paradero del bus, exactamente donde se guardan los buses, llamado por algunas personas como el “portón”–. Se sintió aterrado. Rogó para poder dormir adentro, pero el chofer, inhumano, le dijo que saliera y se quede a dormir afuera. Pensó lo peor, pensó que iba a ser asaltado bruscamente, golpeado, hasta ultrajado.
      Miró atrás, adelante, hacia todas partes y sólo encontraba, simplemente, nada. De pronto, pasó un taxi, el cual estaba medio lleno. Una chica lo invita a subir; él sin pensarlo dos veces acepta. Los minutos pasaban y las chicas entablaban una entretenida conversación con Abel, el taxista también conversaba, lo extraño de todo era que el taxista tenía un dejo apitucado, “Cha hace acá este huevón”, se preguntaba en silencio. “Abel y si la seguimos en mi casa”, le dijo la más osada de las chicas. Abel empezó a analizar la situación, “Si he salido vivo de esto, las webas, vamos… no, no, mucha huevada, tengo una mala intuición”, pensaba.
      –Pucha –respondió Abel– estoy demasiado cansado, para la próxima puede ser.
      El taxi se detuvo, debido a que el semáforo indicaba la luz roja. Mira a la derecha y observa un policía, bruscamente abre la puerta y se lanza, huyendo de aquel taxi.

lunes, 7 de marzo de 2011

¿Amigos o desconocidos?

      2000.- Tengo ocho años e ingreso a un colegio enorme, enorme comparado a mi  anterior colegio. Luego de haberme adaptado a mi nueva realidad, escojo entre mis compañeros a mis futuros amigos. Mi mejor amigo de ese entonces era el chino Javier.
      2003.- Es la fiesta de promoción de primaria y me encuentro conversando y riendo con Pino y el chino. Conversando acerca de temas inocentes e infantiles. Recordando el viaje de promoción a Cajamarca y lo bastante que nos divertimos... No sabía que ese iba  a ser el último año en el que estudiaríamos, en la misma aula, con el chino.
      2005.- Después de un año de no saber nada del chino, se aparece. Ya estábamos en segundo de secundaria, había regresado al colegio, pero estaba en otra aula. Conversábamos sólo en los recreos. Esa amistad verdadera ya se había perdido, ya no éramos los mejores amigos, sino, sólo conocidos. Ese mismo año se va del colegio definitivamente.
      2009.- Estaba con Yogui en la rockola, escogiendo una canción de Slipknot, haciendo hora para luego ir al tono del enamorado de mi prima.
      –¡Christian! –escucho a lo lejos.
      Volteo y me doy una gran sorpresa.
      –Hola –mirándolo con sombrío terror y asombro- ¡Javier!
      Y luego de recuperarme del asombro conversamos un rato, al ver que estábamos en otras, gentilmente Javier se despide.
      Lo miro a Yogui con extrañeza. Era increíble pensar que aquel sujeto había sido mi amigo, y ahora, luego de mucho tiempo, me resulta, o al menos siento, que es un total desconocido.

lunes, 28 de febrero de 2011

Polos opuestos

       Prestaba atención a la clase, cuando escucho a dos flacas que estaban delante de mí, cuchichear.
      -Sí, ayer salimos… pero caleta nomás
      -Y que hizo Joaquín.
   ¿Joaquín?, ese nombre lo había escuchado, conocía solo a un Joaquín en la universidad, pero, ¿como sabía que estaban hablando del mismo Joaquín?, o quizá hablaban de un pata que no era de la universidad.
      -¿Y cuanto tiempo con tu flaco?
      -¿Flaco?, que raro sonó, ese huevón es gordo.
      Hey, un momento, Joaquín también era gordo, todo coincidía… Me entrometí.
      -¿Estás con Meyer? –Meyer era el apellido de Joaquín.
      Mariela, me mira con los ojos extremadamente abiertos y con un terror casual. No sabía que decirme. Luego de negarlo por unos minutos, terminó confirmándolo.
      Qué raro decían todos, aquella noticia era la primicia de la universidad; por cierto, en sitios como la universidad, basta que se entere una persona y se enteran todos. Joaquín y Mariela eran extremadamente diferentes: Joaquín era un gordito demasiado sociable pero sin malicia, Mariela también era demasiado sociable pero con toques de una picardía usual. Mariela era mayor por un año, pero era mucho más vivida que él.
      Luego de una semana, Mariela, otra vez en clases, comenta sobre su relación. Me daba lástima escucharla hablar, hablaba pestes de él.
     -El gordo es un huevón.
     -¿Por qué?
     -Es un imbécil, a la primera semana me dijo que me ama. El muy idiota fue a mi casa a conocer a mis viejos.
     -¿Cómo?
     -Es un pobre huevón…
     -Seguro eres su primera enamorada
     -Me dijo que ya tuvo flacas.
     -Qué raro.
    Y lo que decía no era para aparentar. Cuando el gordo iba a la universidad, ella lo ignoraba descaradamente, lo trataba peor que a una zapatilla barata y con hueco.
    -¿Y por qué estas con él?
    -No sé…
    Nadie del grupo la entendía, Mariela no era la gran cosa, era una chica normal, una miraflorina y nada más. El gordo parecía Barney y vivía en el cono norte.
    Salíamos de un examen, ese mismo día era San Valentín, un día comercialón y consumista. Jenny le arrebata el Nextel, por joder a Mariela, y llama a Joaquín: “Oye Joaquín por qué no vienes a la universidad”, en alta voz pudimos escuchar: “Yo quisiera ir, pero Mariela no me quiere ver”. “Qué tal cojudo”, decía entre sí. Entendía cada vez más la nota...
    -El gordo fue a mi casa y se cagó porque yo iba a salir con mi vieja y mi hermana a comprarle sus útiles.
    -Y que fue.
    -Fue con nosotros, todo el tiempo estuvo sin hablar… Mi hermanita de doce años lo vacilaba.
     -Ese gordo…
    -Fue tan huevón que le forró todos los cuadernos a mi hermana… yo no le dije ni mierda.
    No entendía el actuar de aquel sujeto. Era pisoteado y seguía ahí, dando la otra mejilla.
    Caminaba lentamente hacía las gradas, estaba demasiado agotado, hacía tres años que no jugaba fútbol y jugar, así de repente, me hizo mal. El gordo jugó por mí el siguiente partido; las risas y comentarios aumentaban, veo el campo de juego y observo al gordo con las medías levantadas, “Míralo, que huevón decían”, seguro se creía jugador profesional, se notaba que todo lo que hacía lo hacía con pasión, aunque a la larga demostrara una estupidez inigualable.
    Fin de ciclo y se veía los rostros angustiados de aquellos muchachos que necesitan una gran nota en el último examen para aprobar. Felizmente antes de dar aquel examen estaba aprobado, así que relajado, esperaba junto a Mariela y Raúl el comienzo del examen.
    -Terminé con el gordo.
    -No jodas.
    -Sí, no lo quería hacer por Nextel, pero me llegó al pincho.
    -¿Por Nextel?
    -Lo quería hacer face to face, pero ya no pude más y se lo dije.
    -¿Lloró?
    -No escuché llantos, pero me hizo un drama de dos horas… Me dijo que siempre me amará y me preguntó que si era por otro, eso sí me llegó al pincho, o sea, esta bien que crean que soy pendeja, pero como me va a decir eso, se pasó de niño…. Hasta me preguntó que hizo mal, me dijo que le diera una oportunidad, que le diga como debe ser para seguir juntos.
    Reímos.
   -Fácil hoy entra al examen, borracho y con un ramo de flores en las manos, pidiéndote volver.
    Luego de seguir riéndonos.
    -Ya no quiero saber nada de ese huevón.
   Aunque sé que al gordo le habrá dolido, sé que fue lo mejor que pudo pasar, eran abismalmente opuestos, como polos. Los finales tristes son más fuertes, pero a veces, necesarios.

PD. Por fin aprobé matemática III. Ahora que estoy de vacaciones hasta el 21 de marzo, tendré tiempito para escribir a mi gusto... Prepárense que se vienen nuevos post.

jueves, 17 de febrero de 2011

Humillación

Un señor de baja estatura, escaso cabello y con un estómago prominente entra al salón de clases; saluda a muchos alumnos, al parecer conocía a demasiados, éstos eran de una edad respetable, cursaban el séptimo u octavo ciclo y seguían llevando un curso de tercer ciclo: Análisis de los Estados Financieros. Dante, rápidamente se dio cuenta de la extrema dificultad del curso. “Era cierto aquellos rumores”, decía entre sí.
Seguía la clase con la mayor atención posible. A los veinte minutos después entra una hermosa chica; mientras ella pasaba, las miradas se clavaban en ella, nadie pestañeaba, todos los hombres examinaban aquella belleza traslucida en aquel cuerpo humano. Era dos años mayor que Dante, tenía una cabellera negra ondeada, unos ojos enormes color caramelo, tez clara con ligeros toques de bronceado, una estrecha cintura y dos excelentes razones que será mejor dejarlo en la imaginación de cada uno.
      –Romina –dijo el profe–. Buenas noches
      –Hola profe –respondió–, disculpe la tardanza, me quedé dormida.
      –Qué habrás hecho anoche pues –dijo aquel viejo decrepito, parecía que la violaba con la mirada.
      Todos rieron y se escucharon algunos comentarios vulgares.
      –¿Quién es ah? –preguntó Dante al sujeto que estaba adelante.
      –Ah, es una huevona que se trasladó de la de Lima –respondió, luego de mirarle el trasero a la muchacha– con ésta, es la tercera vez que lleva Análisis.
      Ella deambulaba con un grupo reducido llamado los Huecos, gente que aprobaba un curso a la segunda o tercera vez, de cuatro cinco cursos que se matriculaban, a la primera semana se retiraban en dos o tres. Normalmente no entraban a clases y fumaban afuera del salón. No había viernes de los cuales no asistieran al hueco de la universidad.
      Los días pasaron, llegaron los parciales, Dante y unos cuantos aprobaron a duras penas, el grupo de Romina no pasaba de seis de nota.
      Un día, Dante releía “Rayuela” de Julio Cortázar, sentado en el césped la facultad de Arquitectura, respirando tranquilidad. Una voz de mujer penetró en el oído de aquel joven, despertándolo de ese mundo irreal creado por el subconsciente. Gira la cabeza y sus ojos se pierden en la mirada de Romina. Impactado, no articuló palabra alguna. Romina se sienta a su lado.
      –¿Qué lees?
      –Rayuela.
      –¿Qué es eso?
      –Una obra de Cortázar.
      –¿Y quién es él?
      –Un escritor, el máximo exponente del Boom Latinoamericano.
      –Manya, no se de eso… ¿Y por qué lees eso?
      –Soy un gran aficionado a al lectura y me fascina leer obras notables como ésta.
      La muchacha sonrió un poco y sacó de su mochila un cuaderno.
      –¿Puedes explicarme como salió el Estado de Ganancias y Pérdidas de la clase pasada?
      –Claro.
      Y aquella escena se repetía terminando las clases. Parecía que con el trascurso de los días una amistad entre los dos nacía e iba afianzándose cada vez más.
      Dante llegaba a su casa y escribía los poemas mas hermosos y mejor elaborados que había hecho en su vida; tener de musa a aquella reina era un privilegio, era lo mejor que le había pasado. Se sentía en el cielo, imaginaba tocar las estrellas, caminar sobre el mar, se sentía extasiado cada vez que respiraba la fragancia de su piel.
      Roxana, gran amiga de Dante y la más confidencial, cumplía años e invitó a Dante al hueco para festejar su onomástico. Salen de la universidad y se van caminando hacía dicho establecimiento.
      El color del cielo cambiaba repentinamente, la noche llegaba tímida y con ella una fina lluvia.
      Bajaron del puente, ya se podía escuchar la extrema bulla del hueco y se podía apreciar a los huecos reunidos fuera del establecimiento. Romina estaba abrazada de un tipo de gran musculatura y mayor que ella. Reían como locos y se daban besos ardientes y apasionados. Dante quedó perpelejo al observar aquella escena, se sentía el máximo idiota que existía en el planeta, recordó cuando le preguntó: “Romi, ¿y tienes enamorado?” y ella negó tajantemente con una sonrisa que parecía ser sincera.
      –Hola, Romina –esperando que respondiera.
      –¿Te conozco? –luego de mirarlo como si en verdad nunca lo habría visto– Piérdete chibolo baboso.
      Aquellas palabras retumbaron en el pensamiento del pobre muchacho, nunca se había sentido tan humillado, tan asqueado.
      Llegó a su casa y esa noche no pudo dormir, sudaba frío, se levantaba al baño a cada momento. Lloraba, lloraba en silencio, no quería que nadie lo escuchara. Tiró todas sus obras literarias al suelo y fumó un par de cajetillas en su terraza, mirando la luna, con la mirada perdida en sus recuerdos de una irrealidad creada por su idealismo.
      Pasó un buen tiempo. Dante escuchaba The Ramones en su iPod, cuando Romina se acerca.
      –Quiero que me disculpes por la vez pasada –dijo con una cara de avergonzada más falsa que se haya visto–. Ese huevón es demasiado celoso y no quería que te hiciera algo… Ya termine con el… discúlpame.
      Dante se sacó los audífonos.
      –¿Sabes qué?, vete a la mierda. Crees que puedes pisotearme y pedirme perdón después… Quédate con tu grupo de mediocres, ojala llegues a algo bueno.
      El ciclo acabó, Dante salió invicto y con altas calificaciones; Romina desaprobó el curso por tercera vez, recogió sus papeles, avergonzada, destruida, por fin entendía lo doloroso que puede ser la humillación.

lunes, 31 de enero de 2011

CEPREVI

      Después de postular a la San Marcos y no ingresar, no sabía cual iba a ser mi porvenir, tomé una decisión, sin pensar: meterme a la CEPREVI (Pre Villarreal). La verdad que nunca estuve entusiasmado con esa universidad, lo hacía para ahorrarle la incomodidad a mi viejo de pagarme mensualmente una universidad particular.
      El primer día, fue como casi todos los días, aburridísimo, la gente no conversaba, se dedicaban a repasar sus putos libros y yo que no soy nada estudioso, me aburría con facilidad. Habré hecho algunos “amigos” por ahí, bueno, gente con quien pasar el rato, cabe resaltar que a cualquiera no se le llama amigo, esa palabra está tergiversada en estos tiempos.
      Lo más anecdótico en esos tiempos fueron los profes, merecen ser narrados en este post:
      El profe de Historia era un viejo de casi medio siglo de existencia, un tipo muy locuaz, muy divertido; valía la pena escuchar sus clases, además que sabía un culo, hacía las clases muy amenas, muy aputamadradas. Fácil estaba medio quemado, siempre se metía en los personajes de la Historia e imitaba las voces de Robespierre, Napoleón, Hitler y esas celebridades; como se dice: “la vivía”. Criticaba al catolicismo y al gobierno.
      La profe de Literatura era un gordita, hacía una maestría en la PUCP; literata por profesión y mercadóloga frustrada, antes de meterse a Literatura, estudiaba Marketing en la USIL y al ver la extrema dificultad de Estadística, supo que esa carrera no era la suya.
      El profe de Lenguaje era un chato, cabeza de libro. Me lucía en sus clases, claro, todo gracias al curso de Uso de Lenguaje que hice en la Pre San Marcos. Al término de la clase contaba un fragmento del Amor en los Tiempos del Cólera, uno de mis obras favoritas, ya la había leído un par de veces en el colegio y lógico, la sabía de principio a fin. Todos en el aula ponían la mayor atención posible en los relatos. Era increíble saber que de todo el aula la gran mayoría, para no decir casi todos, no había leído tal majestuosidad de obra, con razón que el Perú esta como está, penúltimos en lectura, carajo.



PD. Decidí retirarme de aquella institución, en las tres últimas semanas. Necesitaba crecer y tal vez hacer un esfuerzo en lo económico, postulé a la Richi, ingresé tercer puesto en Administración. Escribí todo de nuevo, hablando con metáforas; una nueva vida con nuevas responsabilidades, nuevo entorno socio-económico, nuevas preocupaciones, nuevas metas, nuevos retos, nuevo todo. Ahora que estoy a puertas de mi cuarto ciclo, no me arrepiento de aquella decisión, quizá fue una de las más acertadas que hice en mi vida.

lunes, 24 de enero de 2011

Desfile distrital SJL - 2007

      Abro los ojos, el ambiente estaba completamente oscuro; prendo la luz y observo el reloj: eran las cinco de la mañana. "Con razón", me dije entre sí. Me voy al baño y me lavo; regreso a mi cuarto y me cambio: camisa blanca, pantalón del uniforme de gala, zapatos de charol bien lustrados, chompa de colegio, luego prosigo con la corbata negra, las caponas y el correaje blanco. Esperé media hora, los rayos del sol, tímidos, alumbraban apenas la calle.
      Tomo un bus. El camino estaba cerrado. Me bajo y bien hardcore voy caminando hacia el colegio. Después de cerca de cuarenta minutos llego. La compañía estaba reunida.
      –Rodríguez –gritó el instructor– A qué hora dijimos.
      –Tuve un percance –disculpandome.
      –Sube y coge un gallardete.
      El instructor dio un discurso, un floro monce, palabras que incentivaban a dejar todo en aquel desfile.
      Fuimos en la movilidad del colegio todos los que íbamos a marchar: la pre-escolta como compañía, el estado mayor y la escolta oficial.
      El lugar estaba colmado de gente, innumerables asientos rodeaban la pista de desfile. A su vez, la pista estaba repleta de colegiales, representaban a sus respectivos colegios.
      Era un acontecimiento, no era cualquier desfile. Se trataba nada menos que el distrital, o sea, el ganador lograba un cupo para desfilar en el Campo de Marte. El "Santo Domingo de Guzmán" –mi colegio– iba como invitado especial, no competía ya que tenía un cupo asegurado para el Campo de Marte.
      Sentía emoción y miedo a la vez, coraje y nerviosismo, alegría e incomodidad. Sentir todo eso junto hacía la ocasión muy especial.
      La gente nos aclamó, nos aplaudió; algunos envidiosos pifiaron.
      Terminando nuestra pasada –el desfile aun seguía– fuimos al colegio a desayunar una gaseosa y una empanada de carne.