viernes, 28 de octubre de 2011

Semana de la FACEE - URP 2011

Desde lejos se podía sentir el ambiente cargado de júbilo, emoción y grandes expectativas. Pasé por el anfiteatro a las 2 pm. y ya habían separado asientos. “¡Qué tales pajeros pues!”, pensé. Me dirigí rápidamente hacia el unipersonal de Machín, se iba a realizar en la tensionada. La verdad no hubo mucho control a la hora de entrar, posteriormente me enteré que dejaron entrar a gente que no se había inscrito a las conferencias, tan sólo para asegurar un lleno total. Realmente fue un punto negativo para la organización porque iban a perjudicar a los que llegaban tarde pero ya habían pagado y se habían inscrito a las conferencias, pero bueno, no me interesa mucho ya que no fui uno de esos perjudicados. Entro y veo un brazo levantado, era Henry, me dirijo hacía donde estaba, a su costado estaba Keyla y Gretel. El calor era increíble, extremo e insoportable. Silbidos se escuchaban: la función no empezaba aun. En el momento más inesperado, sube Machín con un traje negro, saltando y bailando; fue sólo cuestión de minutos para que contagie la alegría al acalorado público; el show fue dedicado a su madre con mil y una anécdotas contadas con gran humor negro y sarcasmo. Los colones hacían lo imposible para ver. Luego de cerca de una hora de función y una vez acabado, el profesor de Marketing Estratégico hace presente a Machín un reconocimiento a nombre de la universidad. No es por nada, pero la URP, mi querida Richi, está mejorando notablemente en cuestión de cachimbos, profesores, nivel de enseñanza, infraestructura, tecnología. Claro hay muchas cosas que deben de mejorar como las máquinas del primer piso de económicas, la atención de las secretarias, la mala organización (aunque se ve una ligera mejora) y algunos profesores que simplemente no deben ya de enseñar (debido a su edad y su desactualización del mundo global cambiante).

Era una locura: gente corriendo, empujándose, vociferando. El anfiteatro estaba cubierto por una barrera humana. Lo sabía, me lo imaginé, es por eso que no llevé mi cámara fotográfica, mis posibilidades de ver a las modelos eran ínfimas. Gretel me dijo: “entra por ahí” y ya estábamos adentro. Nos sentamos en un lugar y en otro y en otro, hasta que, al fin encontramos un lugar perfecto para ver el show. Para amenizar el entorno, un payaso saca a bailar a dos bellacas. Nunca me imaginé que una de ellas iba a bailar tan putescamente como lo hizo, sin duda fue la ganadora de lejos, consiguió entradas dobles para el concierto de Víctor Muñoz. Las ansias crecían, la gente estaba desesperada, el humo de los cigarros rodeaban el anfiteatro, risas nerviosas se convertían en silencio cuando una modelo ingresó y con una sonrisa y mostrando tan descomunal cuerpo hacía suya las miradas y atención. Las modelos que desfilaron fueron Mari Cris Rubio, Jazmín Pinedo, Vanessa Tello entre otras y dos huevones. Cuerpos tan perfectos nos dejaban, a los hombres, con la cara de idiota total. Aquellas féminas parecían ser de otro planeta, otra galaxia, eran otra cosa. Lo más cómico fue que a un modelo, las flacas no le paraban bola y al otro sí. Vanessa Tello demostró porque fue MISS REEF, no caben palabras para describirla. La revelación fue Jazmín Pinedo; ya la había visto en persona en la premiación del Blog Day, aquella vez ella estaba en traje de anfitriona; pero esta vez deslumbró al público con su cuerpo imponente. Mari Cris Rubio, ¡Dios mío!, nunca imaginé que tendría el rostro tan perfecto, cada vez que la veía no dejaba de pensar que era una princesa, una barbie de verdad, perfecta, increíble. Las demás modelos que no sé sus nombres no bajaron las expectativas, para qué, estaban al nivel de la ocasión.

PD1. Luego del desfile de modas tocó Bareto. Debo confesarles que no soy un hincha de esa banda, pero bueno, fácil si hubiera estado un poco ebrio la hubiera gozado... en fin, eso fue todo amigos.
PD2. Perdonen por la foto, demasiado borrosa, pero bueno, no se le puede pedir más a alguien que nunca tocó una cámara.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Venciendo a la muerte

A lo lejos veo a dos personas sentadas fuera de mi casa, eran mi mamá y mi tía Anita, las saludo y me detengo a charlar con ellas, como nunca (normalmente hubiera entrado a la casa y hubiera ido de frente a mi cuarto a divagar por la internet). Todo era peculiar: la calle vacía; la luz de los postes, opacas; la noche, más oscura que nunca. De pronto, pasan dos seres indescriptibles y aborrecibles cerca de nosotros, por la pista, y el perro amarillo (perro que hace un breve tiempo atrás había empezado a dormir afuera de mi casa, cuidándola a cambio de comida y una mirada misericordiosa) se aproxima a ellos y les ladra, uno de ellos balbucea incoherencias, luego, el perro se aleja en un mar de sangre que le brotaba del hocico. “¡Puta madre!”, dije mirándolo. “¿Qué le han hecho”, oí voces vanas, el perro seguía desangrándose. Los inescrupulosos sujetos se alejan y uno de ellos grita, de nuevo, incoherencias. Mi tía Carmen sale de su casa y los insulta. Un sujeto que estaba tomando en la tienda del frente se acerca y dice: “Un cuchillo, brother, le han clavado un cuchillo”. Sin pensarlo dos veces entré a mi casa para buscar algún trapo que pudiera usar para detener el sangrado del pobre animal que no tenía la culpa de nada. Lo veo y sin importar que me muerda, porque era de la calle, le coloco el trapo como venda al perro. El trapo se teñía rápidamente de color rojo oscuro. No lo podía dejar morir, seguía pasándole el trapo. Mi mamá en shock, por el suceso inesperado, entra a la casa. Más tarde, al ver que el perro seguía botando sangre decidí llevarlo, con mi papá, al veterinario. Fuimos caminando, el trayecto era corto, pero esa noche pareció interminable. El perro rozaba su pata contra la herida. Seguía perdiendo sangre. Esa vez no sentía frio, estaba en polo y parecía que no había temperatura, lo único que tenía en mente era salvarlo. Llegamos. El veterinario lo examina y lanza el precio, luego de explicarle y hacerle entender el nivel del problema, nos pide que lo carguemos y que lo pusiéramos en la camilla metálica. El perro pesaba una tonelada. Luego lo distrajimos, el discípulo de Hipócrates le coloca la respectiva anestesia. El perro perdía los sentidos de a poco. Lo demás no recuerdo, ya que nos pidió que lo esperemos afuera del cuarto de operación. Nunca había sentido el esperar tan eterno. Miles de pensamientos rondaban por mi cabeza. Una vez que el veterinario terminara de cerrarle la herida con no sé cuantos puntos lo llevamos a la casa en una moto. Bajamos y lo acostamos entre unos trapos, el perro permanecía inmóvil, débil.

PD. Al día siguiente, luego de despertarme me aproximo a ver afuera, el perro no estaba, pensé que se había ido y había muerto desangrado, el perro después de todo es animal y era difícil que no se rasque la herida; pero no, al momento de irme a la universidad, salgo y lo veo parado fuera de la casa, con una fuerza infranqueable, con tantas ganas de vivir.