viernes, 9 de marzo de 2012

La otra cara de la verdad

      Viernes, por fin, conchasumadre. Las calles, llenas de luces y gente por doquier. Tres muchachos, oficiales de seguridad de una empresa transnacional (no diré el nombre de la empresa porque prefiero no meterme en problemas legales. Aunque la historia ya haya sido escrito por la pluma tergiversada de algún aspirante a periodista), se dirigían felices a un hotel. Sus nombres eran Jordan, Claudio y Romina. Jordan era un muchacho alto, su altura bordeaba el metro noventa, era muy robusto y de tez clara, cabello ensortijado; Claudio era alto también, pero más bajo que Jordan, de un metro setentaisiete, tez trigueña y cabello lacio corto; Romina era una chica de metro setenta, muy hermosa y con un cuerpo increíble. Antes de saciar su apetito sexual, decidieron comer en el restaurant del hotel. Entre anécdotas, sonrisas y frases cargadas de lujuria, los tres muchachos compartían la cena. En la mesa de atrás, un misterioso tipo permanecía en actitud sospechosa, no dejaba de mirar a Romina con ojos de arrechura sin igual.
      Claudio, luego de decirle algunas palabras subidas de tono, le inserta un dedo en la boca a Romina, a vista de todos. Romina retira el dedo, de éste, de su boca y con una sonrisa nerviosa mira a Jordan. Ella sabía que, a diferencia de Claudio, él estaba perdidamente enamorado de ella. Jordan saca de su bolsillo un sofisticado celular y, para hacerse el desentendido, empieza a clavar sus dedos en las teclas. Romina se para y se dirige al baño. En la trayectoria, esquiva a un mozo y al hacerlo, una mano se posa en su descomunal, abultado y redondo trasero. Ella voltea y luego de reponerse del asombro le menta la madre y expulsa palabras que no merecen ser reproducidas en este blog. “Cha pasa flaca, ¿cómo vas a estar con esos huevones?, tremendos gansos”, atinó a decir el misterioso y enfermizo sujeto.
      Claudio al observar lo ocurrido, se desprende de su asiento a encararlo. El misterioso tipo acepta la pelea y con ágiles y precisos golpes logra derrumbar a su oponente. Jordan al ver que estaban masacrando a su amigo se une a la pelea y también es derrotado. Lo que no sabían era que aquel misterioso sujeto era campeón nacional de taekwondo. La gente que estaba alrededor observaba la batalla sin tregua con la mayor atención posible. Como Claudio odiaba perder, aprovecha la oportunidad y al ver que el misterioso sujeto estaba desprotegido se lanza sobre él, y, usando todas sus fuerzas logra inmovilizarlo, sujetando sus brazos. En un ataque de locura, Jordan coge el cuchillo que estaba tendido en la mesa y se lo clava, matándolo al instante. La gente, que estaba observando, desapareció como por arte de magia, igual que Romina. Claudio se desmayó del susto.
      Al día siguiente, en los periódicos y noticias matinales narraban el caso deformando los hechos: “Valeroso y honorable deportista es asesinado de un cuchillazo por agentes de seguridad de la empresa X”. La empresa tomó cartas en el asunto, los despidió de inmediato y desde ese día protegió su imagen con gran recelo. Lo increíble fue que con el afán de vender falsearon lo ocurrido y ponían como villanos a los agentes y de víctima al enfermizo y misterioso sujeto. Pero que chucha se puede hacer pues, así funciona la cosa.
      Actualmente los dos muchachos abandonaron la cárcel y aprendieron la lección, “nunca ensuciarse las manos por un poto, todo para que al final la flaca desaparezca tal como llegó”