sábado, 23 de junio de 2012

Cyberpunkers en Lima

Le entrego las cuatro lucas correspondientes al taxista, agradezco y cierro la puerta. Entramos a Plaza Hogar. “No se escucha bulla”, dijo Miguel. “¿Oe verdad no?” respondí, a lo que añadí que el local se ubicaba en el tercer piso y fácil no llegaba el sonido hasta el lugar donde nos encontrábamos. “Putamadre, alucina bajar por estas escaleras (que por cierto eran enormes) ebrio, una huevada” dije, ya había ido a un tono en el mismo lugar y llegué a la conclusión de que ese no era un lugar para hacer fiesta, que si sería organizador correría el gran riesgo que los asistentes, alguno, se caiga por su estado etílico. Pero no me importó, el roche no era mío, más bien iba a disfrutar.

Entrego las entradas, el VIP se cerciora de que no tenga nada ilícito ni punzo cortante. El local lucía vacío. Eran casi las diez y media. Un tipo parado frente a un laptop, remixeaba a Datsik, Skrillex y otros exponentes del dubstep: era Ciux. No lo hizo nada, nada mal. Podría decir que después de Cyberpunkers fue el mejor, sin dudas, un excelente telonero. La gente entraba de a pocos. Fuimos a la barra en busca de alcohol y cigarrillos. Fui con la intención de tomar Corona, pero al parecer no había, a lo que pedí Cusqueña, que por cierto costaba doce soles, ósea, tres veces el precio normal, que chucha, valió la pena. Ni que se diga el precio de los cigarrillos, diez soles una puta y asquerosa cajetilla de Pall Mall, un robo a mano armada.

La gente empilada abandonaba sus asientos y se iba directo al fucking dancefloor. Pasos robóticos, saltos, gritos ensordecedores, manos arribas, una verdadera locura, gente desenfrenada, era el paraíso. Gufi Mon mezclaba algo diferente al dj anterior, mezcló un poco de techno, house y trance, hasta remixeó a Tiesto y luego a Aoki. Sacamos otra chela y chupábamos moviéndonos al ritmo de la música. Me dirijo al baño, entro y abro la puerta, el wáter estaba asqueroso, no puedo reproducir lo que vi, vomitaría de tan solo imaginarme. Las ganas eran más que el asco. Cierro los ojos y orino. Salgo y me voy a lavar las manos, al costado mío se encontraba un tipo blancón, alto, bien parecido, uno de esos brothers de la high life. “Habla que fue adentro, flaco”, dijo. “Puta, una cagada huevón”, dije. Se río. “Provecho”, dijo. Abrí el caño y no salía agua. Habían cortado el agua apropósito, para que los roleados deseosos de agua paguen la cantidad más absurda y alta en cuestiones monetarias.

Flacas extremadamente hermosas pasaban alrededor, flacas ebrias, stoned, flacas, flacas everywhere. Un gringo me pidió el pucho, estaba cagadazo, no sabía ni lo que hacía, le dio un toque y me lo devolvió, gracias dijo yéndose. Ghenko tocó excelente. Luego tocó Thomas Young, en ese momento ya estábamos cansados. Salimos a tomar un poco de aire. Mientras tanto, la flaca más rica del tono estaba con un huevón entrando y saliendo, el VIP estaba podrido, hasta que una vez le dijo: “Si vuelven a salir, ya no van a entrar”. Claro, ellos hicieron caso omiso.

Miraba con atención los cadaveres vivientes moviéndose con dificultad y otros tirados en los muebles negros. Pensaba, al mismo tiempo, en cosas que carecen de sentido. De pronto,  escucho un sonido diferente, un sonido específico, era obviamente Cyberpunkers. "Ellos son", le dije a Miguel, "entremos". Massi enmascarado le daba vida a obras de arte que se tornaban en sonidos estridentes y deliciosos al oído. Compramos otra chela, una sucia Pilsen verde, y un redbull. Cyberpunkers tocó: “I needed to go”, "Reptil" (remix a Skrillex), “Killing in the name” de Against Machine, “Wow”. Cuando tocó “Fuck the system” destrozó el local, el mundo giraba sobre Massi, los pasos de los ravers retumbaban el piso. Hacia mi pasito de robot, saltaba, gritaba, coreaba, gritaba mil veces: “Fuck the system”, mientras grababa con mi celular. El cuerpo ya no me daba para más, me fui a sentar. De repente, como un ninja se aparece un fotógrafo y captura el momento. “¿Tú crees que salgamos en las fotos de Cyberpunkers”, dije. “De todas escogerán las mejores, no creo”, dijo Miguel.

Ghenko enmascarado y ubicado al costado de Massi, me señaló y luego al dancefloor. Me paré de inmediato y con mis pasos estrambóticos seguí retumbando el piso. Bailé hasta las 5:30 am. Una vez que Cyberpunkers terminó su presentación nos dirigimos a descansar de nuevo, sentados en los lujosos sofás que habían, haciendo hora hasta que salieran los rayos del sol. Al costado de nosotros, estaba un sujeto dormido, parecía estar pepeado, estaba totalmente cagado y solo. Una chica se acercó con su enamorado y trataron de convencerlo a que saliera, a que se despierte, a que dejé de estar como un huevón, solo, triste y pepeado. El sujeto no les hizo caso y siguió durmiendo. El tiempo pasaba, venían trabajadores de la discoteca a limpiar el piso, llevarse las botellas, uno de ellos nos invito a abandonar el lugar, “el local ya va a cerrar”, decía. Nos fuimos. El regresarnos a nuestras respectivas casas fue otra historia… Si me dijeran que valió la pena todo lo que pasé para ir, diría que sí, valió la pena. Nunca podré sacar de mi mente aquellas imágenes, aquel tiempo vivido. Saber que la vida es una mierda pero tiene pequeños momentos tan mágicos, me da ganas de seguir luchando.