domingo, 10 de noviembre de 2013

Cuarto aniversario del blog

Es increíble que ya aya pasado 4 años desde aquella vez que, por cosas del destino, decidí crear este lugarcillo virtual; donde en cada post les he contado todo tipo de historias, desde las más pastrulas y darks hasta las más conmovedoras y con mucho feeling. Debo confesar que este año no he pensado para nada sobre este post (cuarto aniversario), ya que estoy pensando en otras cosas: mis estudios (que ya estoy en el noveno ciclo y no me falta nada para acabar esta etapa universitaria) y mis planes para el próximo año (un posible viaje al extranjero, si es que Dios lo ve conveniente y la llegada de mi mejor amigo a Lima; cosas que cambiarán mis monótonos y monócromos días y serán razones para crear nuevos post, quizá mejores de los que he escrito durante este tiempo).



PD. El video es una pista de lo que se viene en el 2014 ♥

viernes, 1 de noviembre de 2013

Social Day 2013

      Eran las 4 y aún estaba en el bus, por Puente Nuevo. Había quedado con un par de amigas en encontrarnos en la universidad a esa hora. Minutos después, les mandé un mensaje a cada una para decirles en dónde están, que me esperen y esas huevadas floreras típicas del tardón. Llegué a la universidad plan de 4:30, subí las escaleras de mi facultad y me dirigí a sufragar, vicié mi voto escribiendo signos estúpidos, metí el miserable y ordinario papel en la canastilla, firmé, me devolvieron mi carné y me fui rápidamente a la facultad de Arquitectura, donde me estaban esperando K y S. En el camino me encontré con J, cruzamos algunas palabras y seguí de frente. Entro a la sala de computo de Arquitectura y veo a K y S que estaban acompañadas de M. Conversamos un toque y nos enrumbamos al paradero, M se fue a su casa. Tomamos la 5C. Llenamos el no tan corto trayecto de Surco a Lince con algunas bromas y disparates, haciendo ameno el momento. Una pintoresca cobradora hacía su trabajo mientras escuchaba a todo volumen su música escandalosa y corriente. Nos pasamos, bajamos en la cuadra 9 de la av. Arequipa, caminamos un par de cuadras y llegamos a la Fundación Telefónica. El cielo dejaba su esplendor y se tornaba oscuro. Nos ubicamos en el final de la cola y esperamos unos 15 minutos, mientras veíamos con atención a los demás bloggers, casi todos ellos usaban lentes. Cuando la cola empezó a avanzar llegó mi buen amigo Apolaya, les presenté a S y K y entramos al local. 
   
En la puerta nos pidieron el DNI y debíamos dejar nuestras pertenencias a un lado mientras ingresábamos por otra puerta (como las del aeropuerto) que detectaban metales. Luego inspeccionaron los DNI con un aparatillo que lanzaba una lucecita roja y de pronto, se acercan dos rubias tan bellas como el azul del cielo y nos preguntaron si queríamos salir en la foto, accedimos y posamos con otras dos rubias del mismo tipo. Entramos al auditorio, estaba medio vacío, la gente recién ingresaba. Nos ubicamos en los asientos y esperamos el comienzo de la premiación. Este año el blog Day dejaba de existir y daba paso a algo más general: el Social Day; además el evento ya no era auspiciado solo por Movistar, si no también por la Marca Perú y el BBVA Continental. Como nunca la premiación se demoró un montón y en vez que comience a las 7 en punto, comenzó cerca de las 8:30 pm. En la primera parte subieron a hablar los dueños de las marcas auspiciadoras y en la segunda pusieron videos como el del año 2011 (Yo quiero ser un blog star) e hicieron homenajes a 4 blogs: Miss Cupcakes, coffe, La Cumbia de mis viejos y Ellas dicen. Dichos homenajes supuestamente fueron sorpresas. Al final fue la premiación por categorías. Entre los premiadores estuvieron Burneo de La Habitación de Henry Spencer, la blogger de la peruana promedio, un otaku, una cosplayer y dos chibolos desconocidos. Los ganadores fueron muy previsibles, como en la categoría entretenimiento: Macho Peruano que se respeta o la Categoría tecnología: TEC; hubo también ganadores justos, como en la categoría Moda y tendencia: What the chic, categoría personal: policía chévere, categoría familia: discapacidad en acción; y también hubo ganadores que, en fin, no merecen ser mencionados en este medio. Los de MPQSR repitieron el plato adjudicándose también por el blog más votado.

Fue anecdótico cuando el presentador preguntó al público si Karen Dejo, nominada en la categoría Personal, había venido, a lo que se oyó un silencio sepulcral, "Hay fans que confunden calidad con volar cometas" sentenció. Otra cosa que debo mencionar fue cuando subió una tía a recibir el premio de Moda y Tendencias y todos estaban con la cara de WTF? y explicó que era la mamá de Kathy, What the chic, y que recibía el premio porque su hija estaba en Europa en esos momentos. Burneo le pidió que la llame a su celular, pero el intento fue en vano porque allá eran las 3 de la mañana. El show fue cerrado con el deplorable performance de la Tigresa del oriente que cantó con playback, causando gracia y burlas de los asistentes. Sus bailarinas tenían el trasero lleno de celulitis. "¿Habrá after party?", nos preguntábamos Apolaya y yo; K y S se fueron, por razones que desconozco, antes que comenzaran la parte de la premiación por categorías. Nos retiramos y fuimos al lugar donde ofrecían bocaditos y pisco sour, comí cuatro bocaditos y tomé una copa, que no la terminé ya que el alcohol ingresaba y quemaba mi estómago vacío. Al ver que no había after party decidimos salir del local y chapar un carro. En el trayecto conversábamos y especulábamos por qué no hubo after party, llegamos a la conclusión que la gestión de este evento fue pésima, organizado por personas ignorantes del marketing. 

PD. Amigos, cultos lectores, debo confesar que me causó indignación ver nominados a Macho peruano que se respeta y hembra que se respeta, ¿qué criterios tuvieron los jurados al elegir a semejantes basuras? Además que no dan ningún valor agregado al público en general, publican contenidos sumamente deleznables: sexismo (machismo y feminismo según corresponda), discriminación por opción sexual y demás barbaridades (como el aborto). Días posteriores, la comunidad blogger reclamó lo ya señalado anteriormente y publicaron que dos de los jurados eran fans de MPQSR, porque compartían y daban likes a sus miserables publicaciones, ¿Dónde quedó la imparcialidad? Quitarle los premios no tapa el mal criterio que tuvieron a la hora de escoger finalistas y ganadores, espero que esa tremenda burrada no se vuelva a repetir.

Por otro lado, hicieron un terrible arroz con mango al mezclar facebook, twitter y blog en las mismas categorías y no separarlas. Nominaron en la categoría Arte y Cultura a fan pages, las cuales subían imágenes del internet, ¿eso es calidad?, ¿Dónde está la creatividad, la innovación?, ¿acaso es difícil apoyar a los nuevos escritores? De ahí nos quejamos por qué el Perú es uno de los últimos puestos en conocimientos, cuando apoyan a medios de comunicación basura (full copy and paste). 

Social Day, la próxima creen otras categorías, como: Facebook, Twitter, Relatos, Teen blogger, Blog Star o Figura Pública y por favor, vuelvan a realizar el after party. 

martes, 1 de octubre de 2013

La Dimensión desconocida

La pelota rodaba en la loza deportiva, Manolo con gran habilidad le roba el balón a Leo, éste se cae al piso mientras Manolo con un soberbio remate mete un gol que deja atónitos a sus compañeros. Leo se levanta y al ver que la cagó, baja la mirada. Plash se oyó, aquel sonidillo se perdía en el viento, el gordo retira su mano de la cabeza de Leo y le dice: "cabro de mierda, juegan bien conchatumadre". Leo era un muchacho un poco afeminado, aunque nunca dio señal de ser homosexual, siempre le hacían bullying en especial el gordo, todos los días le metía lapos en la pelada. Ese día fue el último, "oe no me jodas, panzón de mierda", dijo Leo con voz temblorosa. El gordo se río y lo miró con odio, lo agarró de la parte de arriba del polo y lo empujó. 

Debo confesar que Leo nunca fue mi amigo, pero hay una cosa que me llega al pincho y son los huevones que se creen abusivos. "Déjalo oe payaso, ¿qué chucha tienes?", le dije. "¿Padrino eres?, arranca nomás oe conchatumare o quieres te reviente", sentenció el gordo. Antes que me tire el primer golpe, me adelanté y le tiré un puntapié en la pierna, el gordo se inclinó lentamente –recuerdo ese día como si fuera ayer, quizá nunca la olvide–, acto seguido le tiré un puñete en la ñata, el gordo se cayó, su nariz sangraba, la gente permaneció inmutable. Había hecho lo que muchos no se atrevían. No me acuerdo cómo, pero el marrano se abalanzó sobre mí, parecía que era un toro rabioso, no podía zafarme, pensé lo peor. El gordo me tiró dos puñetes, uno en cada mejilla, golpes que me ocasionaron un terrible dolor por mes y medio al comer. Cuando iba a tirarme el tercer puñete, Manolo con Adriano lo sujetaron de ambos brazos y lo levantaron. "Oe huevón ya fue ya", le dijeron. El gordo respiró hondo y me advirtió que ya no me quería ver nunca más, que la próxima no salía vivo. A partir del día siguiente no me dirigió la palabra ni mucho menos me busco bronca. Aunque haya quedado como un supuesto héroe, ese chiste me costó la expulsión del colegio, qué da, al cabo que ni me gustaba ese colegio. 

****

Me despierto y escucho: "portón, portón", giro el cuello y observo por la ventana, "puta mare", dije. Me había pasado dos paraderos. Bajo. Caminé en zic zac, estaba mamadazo, había combinado whisky, vodka, ron, tequila y chelas. Eran las tres y media de la madrugada. Como ratas salidas de la alcantarilla, aparecen tres sujetos.

–Ya perdiste pe conchatumare –dijo uno que se parecía al casha.
–Ya fue brother, relajado -dije, al ver que estaba acorralado. No tenía ni las fuerzas ni las ganas de correr, no llevaba nada de valor, a excepción de un celular barato. 

Uno de ellos me cocoteó y el otro me puso un cuchillo en la cara. "En la cara no, carajo", dije en mi mente. "Oe, huevones, aguanten, ¿eres tú, Ignacio"? dijo un muchachillo alto que tenía un par de cortes en el rostro como Bardock. Lo miré fijamente, no lo recordaba, "y quien más" le dije. "Ignacio, soy Leo, ¿no te acuerdas de mí?". "Brother, a los años" le dije, mientras me liberaba. "No le hagan ni mierda, él es mi causa" dijo, después les contó la historia cuando lo salvé, ¿lo salvé?, eso no importa. Me pidieron disculpas y en son de paz me hicieron la taba hasta media cuadra antes de mi casa, ya cuando divisé mi causa le extendí la mano a cada uno y me despedí de ellos. "Despiértate oe vago de mierda, borracho", se escuchó de la nada, abrí los ojos extrañado, eran cerca de las dos de la tarde, había dormido con las zapatillas puestas. Me levanté y me lavé la cara. Siempre me preguntaré si fue cierto lo que me había pasado al bajar del carro o fue un sueño o una pesadilla o un simple juego de mi mente.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Las alucinantes historias del pelado

Nunca imaginé lo que iba a llegar que hacer para ser un promotor de eventos. Como yo soy una persona muy sociable, tengo un montón de contactos, hacer amigos para mí es como pasar Mario Bross a un chico obeso de los noventa. Un día un brother me dijo para ser promotor, a lo que le respondí: "Ya pe, las huevas, cómo es la movida". Me llevó donde un tío que vestía de puta madre. Cuando nos presentaron, mi brother se fue y me dejó solo con el tío. Estuvimos hablando, relajado, hasta que de pronto... 

–¿Así que quieres ser promotor de eventos, no? 
–Sí, Fabri me dijo y puta, me parece interesante la idea. 
–¿Tienes experiencia? 
–No, pero manyo a un huevo de gente, muevo masas cuando hay tonos. Creo que es el trabajo ideal para mí. 
–Creo que en verdad eres para ese trabajo -dijo tocándose el mentón con los dedos de la mano, acariciando, como si tuviera una enorme barba. Sus ojos no se desprendían de los míos. 
–¿Cuando empezamos entonces? -dije mientras sonreía estúpidamente. 
–Mira, quiero confiar en ti, te tengo una prueba: anda al Down Town y promuéveme un evento que tengo ahí, va a ser el sábado, ¿qué dices? 

Pensé que era una broma pero al observar su rostro que permanecía en completo estado de seriedad supe que lo decía en serio. Mis manos temblaban. Se me hizo un nudo en la garganta. Nunca imaginé semejante proposición. Permanecí en silencio, algunos segundos que parecieron una eternidad. 

–Listo, tú dirás como es -sentencié frunciendo el ceño. 

Ya pues, llegó el sábado y logré vender cerca de cincuenta entradas. Las primeras las vendí a mis conocidos y a alguna gente por internet, se los entregaba por delivery. El mismo día me paré cerca de la disco y vendí cerca de quince entradas completando las cincuenta. El tío se contentó y me felicitó, también me invitó a pasar gratis y me puso una botella de whiskey etiqueta azul. Me sorprendí porque aparte de homosexuales habían flacas, que, ¡Dios mío!, estaban más buenas. La pasé de puta madre ese día. 

Y así fui moviendo eventos todos los sábados. Un día fui al Barranco Bar, ya era conocido en ese lar. Los VIP me manyaban y todo de reconchasumadre. Estaba con mis patas y unas flaquitas, me fui a bailar con una de ellas al dancefloor y dejé mi polera en la caja de chelas. Cuando regresé mis patas, que era medio quedados, me dijeron que unos forajidos se habían llevado la caja con mi polera encima. Yo no quería problemas ese día, me fui donde ellos y les hable tranquilo, les pedí que me devolvieran mi polera, que las chelas se las queden. Me miraron, uno de ellos se cagó de risa y me dijo: "Oe sabes que chibolo baboso, arranca antes que te saquemos la mierda". Sonreí mostrando mis dientes amarillos por la droga en abundancia que consumía y mis brazos que estaban detrás de mi espalda se abrieron, tenía dos botellas de chela en cada mano, acto seguido se las reventé en la cabeza del joker ese. Su mitra empezó a sangrar, solo podía ver ríos de sangre. Sus patas se pararon y quisieron buscarnos bronca. Llego un par de VIP's y nos separaron, uno de ellos me preguntó qué había sucedido, a lo que le respondí que ellos fueron los que empezaron la bronca y yo solo me defendí. "Ya pelado", dijo y llamó a unos tombos, vinieron en one y se llevaron a esos hijos de puta. El dueño de la discoteca bajó. 

–¿Estas bien? 
–Sí, todo tranquilo. 
–Oye papi quiero que me disculpes, esas huevadas nunca pasan. 
–Sí, lo sé, olvídalo. 
–Mira, como símbolo de disculpas te doy un Absolut. 
–No, nada, no te preocupes. 
–Pelado, no acepto un no como respuesta. 
–Ya pues, gracias. 

Y así seguí toneando ese día. La mitad de la pista de baile era solo para mí y mis acompañantes, alucina... El electro más comercial sonaba a todo dar en la amplia sala de Mim. Se dejó a un lado la timba por música de DJ's como Hardwell, Avicii, Bingo players, entre otros. Cada cierto tiempo llegaba más gente a la pequeña reunión de Mim, reunión de despedida, porque ella se regresaba a California a continuar su vida, lejos del país que la vio nacer. Había invitado a sus amigos de colegio, primas y los enamorados de ellas. Pero de todos sus invitados, el pelado, con sus historias alucinantes, se ganaba el respeto de la gente.

viernes, 2 de agosto de 2013

Focus group

Luego de caminar sin rumbo como un huevón, llego a la av. Rosa Toro, saco el celular y le pongo otro chip, llamo a la chata. "¿La casa de tu amigo era cuadra 11 o cuadra 1?", le pregunto. Ella me responde que es en la 11. Estaba en dicha cuadra, cruzo la pista y la encuentro: una chica que a pesar que tenía 21 años medía cerca de metro y medio, usaba ropa de chibola pero su mirada y su actuar no era de alguien inocente. La saludo y entramos. Al dar el primer paso, veo una sala de tamaño promedio, acogedora, con muchos adornos y cajas de whiskies etiqueta negra en el estante. Giré la cabeza y vi a tres muchachos sentados en el mueble. Pensé encontrar mínimo a 8 puntas para iniciar de una vez el focus group, pero no fue así. Los saludé y me senté. Esperamos alrededor de hora y media a que lleguen los demás. Mientras esperaba, los tres muchachos se hacían bromas pesadas con la chata, parecían que todas eran mujeres hablando de sus perradas, de cómo habían terminado el tono pasado, de con quien se agarraron, si tiraron o no. Durante ese tiempo permanecí en mi asiento, palteado, observando de cuando en cuando mi celular y tratando de hacerme el huevón que no escucha nada. “Conchasumadre, todo lo que hago por ese curso de mierda (Investigación de mercados), si no fuera por esa huevada, sacaría la vuelta en one”, pensaba. 

Plan de las 7:30 pm. llegan 6 personas más, todos cabros. Era hora de iniciar dicho focus group. Saco la hoja de mi cuaderno donde estaba apuntado las preguntas para el focus y se la entrego a la chata. Los jóvenes se sentaron frente a frente, en el mueble de la izquierda cuatro personas; y en el de la derecha, cinco. Me situé en un lugar estratégico y empecé a grabar el focus con una cámara digital. Dichos jóvenes se olvidaron de su opción sexual y se pusieron serios, respondieron las preguntas con respuestas alturadas. A mitad del focus, me dijeron que debía invertir los papeles, o sea, ser el moderador. Cultos lectores, deben saber que en un focus group solo hay un moderador, pero bueno, lo hice. Al terminar el focus, respiré hondo y me fui a donde estaba la chata. "Habrás traído el trago, ¿no?, sabes que ellos han venido solo por el trago y los bocaditos", dijo. Era obvio, por más que eran sus amigos no iban a utilizar su tiempo en algo que no le interesara. "Claro", dije. Saqué de mi mochila una botella de vodka y se la entregué. Acto seguido me despedí de todos y me fui. Me gusta tomar, sí, pero no soy de chupar con cualquier persona. Ya cerca al paradero me doy cuenta que mi cuaderno se había quedado en esa casa. "Puta madre, que huevón, ahora que chucha hago, regreso o no... ¡No!, ni cagando, mejor le envío un mensaje de texto diciéndole que me lo lleve el lunes, en clases", pensé mientras esperaba a que llegase la 23B, solo, en medio de la nada, cagándome de frío.

sábado, 6 de julio de 2013

El lugar innombrable

      El taxi avanzaba a una velocidad prudente. Desde la ventanilla del auto podía observar la calle, la gente, los colores mezclados y todo lo demás que se presentaba alrededor; mientras escuchaba algunas canciones de Tego Calderón. “¿A dónde vamos?”, le dije a M. “Al Nissa”, me respondió con una sonrisa picaresca. Pensé que era una broma, pero no, era cierto. Era inevitable, no podía bajarme del auto e irme. Sólo porque eran mis primos les perdonaba tantas huevadas. Me dijeron que íbamos a ir a ese lugar para que A se desahueve y bellaquee con alguna perrita de por ahí. A era un primo al cual no veía hace seis años, desde que se fue a EEUU. Tenía catorce años y era un poco tímido. Totalmente distinto a su hermano. A pesar de eso, me caía muy bien. 
      Llegamos. Pagamos cinco soles en puerta, cada uno. A penas pisé un pie en ese lugar pude observar delincuentes y gente de mal vivir por todos lados. Tipejos con cortes extravagantes, con patillas extremadamente ridículas, cerquillos parados, cabellos mojados que hacía notar el sebo de sus cueros cabelludos. Nos enrumbamos hacía el lugar donde vendían tragos. Pedimos dos jarras, una de sangría y otra de cerveza –que por cierto era agua en gran porcentaje-. De pronto, observé cuatro chicas que avanzaban en fila, una tras de otra, me parecieron conocidas. “No pueden ser… No, en la vida, quizá la visión me está pasando una mala jugada”, pensé. Era muy probable ya que no contaba con mis lentes en ese momento. La música se sumergió en mis oídos. El cochino reggaetón retumbaba. Los muchachos simulaban actos sexuales pero con ropa. Las féminas que vi tenían la gracia del Grinch, carecían de belleza en su totalidad. “¿Donde mierda estoy?”, me repetía en mis pensamientos. M trajo a una chiquilla de aproximadamente quince años, sudorosa. M le preguntó si podía bailar con alguno de nosotros, que puede escoger al que más le atrajese. La chiquilla miró a F, lo jaló de los brazos y lo llevó a unos centímetros de distancia, se volteó y en acto repetido, empezó a sobar su trasero al compás de la música. Mientras tanto, observaba detenidamente la pista de baile. Encontré a dos chicas que valían la pena, buen cuerpo y simpáticas de cara. “Pero que… carajos”, dije al ver que tres de los tipos más delincuenciales de ese cuchitril bailaban con ellas. Estaba seguro que el ingenuo que las sacase a bailar, iba a ser asaltado y golpeado por esos tipos. “Pasa nada, cawsa”, pensé. A los minutos, F, astuto, le pide de la manera más amable a la chiquilla que baile con A. Éste tímidamente nos mira y luego empieza a bailar una canción de salsa con ella. Al ver que el trago era asqueroso y caro y, además, no tenía nada que hacer en ese lugar, les dije que nos fuéramos de esa mierda. 
      En el bus regreso a casa G me dijo: “Alucina a quien encontré en el baño”. Levanté una ceja extrañado. “Ni idea, a quien”, le respondí. Ella luego de unas carcajadas me dijo que había visto a las del cuartel. No lo pude creer, pero luego de rebobinar algunos hechos, aquellas personillas que vi en un comienzo que me resultaron familiares, eran, sin lugar a dudas, ellas. Nunca imaginé que esas conchasumadres frecuentaban esos lugares. Amigos, cultos lectores, ese grupito llamado “el cuartel”, es el grupo de nerds de mi universidad, aquellas que tienen los promedios más altos debido a sus constantes amanecidas y también por ser las chupa medias de los docentes. “Quien iba a pensar pues”, dije mientras guardaba el vuelto del pasaje en mi bolsillo.

jueves, 6 de junio de 2013

No hay sin suerte

       De niño siempre he tenido malas experiencias en cuanto a concursos, creo que el azar fue mi peor enemigo. Nunca gané los putos sorteos de canastas, en el colegio, por el día de la madre –aunque posteriormente comprendí que aquellos sorteos eran una vil estafa-, ni rifas, ni bingos, ni nada. Todo cambió hasta que un día muy lejano…
      Era un 23 de diciembre de milnovecientosnomeacuerdo, caminaba junto a mis padres en un centro de esparcimiento ubicado dentro del aeropuerto. La empresa donde trabajaba mi papá siempre nos daba esos agasajos por esas fechas. Grandes juegos inflables y también mecánicos rodeaban el lugar. Sólo se podía observar las inmensas sonrisas de los niños que regalaban al jugar y sentir el aroma inconfundible de las manzanas acarameladas y los algodones de dulce. 
      Mi papá me entregó un par de tickets para reclamar alguna golosina o una oportunidad de jugar en los pinballs. Un amigo suyo tenía que trabajar y, por ende, era imposible que su hijo vaya a ese evento así que no tuvo mejor idea que obsequiarlos a mi papá. Cada ticket tenía un código que entraba a un concurso de un auto de juguete a control remoto. 
      Luego de un par de horas, decidieron hacer el concurso. Un sujeto de contextura gruesa metió su brazo dentro de una caja y sacó un papelito de color amarillo. “El número es 7856”, dijo. Rápidamente saqué de mis bolsillos los tickets. Mis tickets no concordaban con aquel número. De pronto, me acordé de los tickets de aquel niño ausente, los saqué y uno de ellos tenía dicho número. “Yo lo tengo”, dije al desplazarme donde estaba dicho sujeto obeso. Todos se miraron extrañados. “Fíjate bien”, me dijeron por ahí. “Sí, yo lo tengo”, añadí. Le entregué el ticket y el marrano soltó algunas palabras cojudas y me entregó el premio. Era la primera vez que corría con suerte en algún concurso, aunque la suerte quizá no fue mía. Permítanme confesarles que hasta ahora conservo aquel auto de color azul pastel como un trofeo. Mi vida cambió desde aquel día. Hace algunos años gané una entrada a un festival chikipunk gracias a un sorteo organizado por el HI5 de La pezuña de mi Abuelo. El 2012 fue dorado, en cuestión de concursos. Gracias a mi floro y facilidad de palabra gané una entrada a otro concierto chikipunk gracias a Diazepunk. También me gané una entrada para el tono de Laidback Luke (conocido dj holandés) en el club Hebraica gracias a Barena. 

viernes, 10 de mayo de 2013

No es suficiente lamentar

Aquel poste de luz nos alumbraba con timidez. Nos encontrábamos parados frente al Plaza Hogar en Surquillo. Saco mi celular y llamo por enésima vez a Yesenia y al loco. Ninguno de los dos me contestaba. Después de la insistencia se les ocurre apagar sus respectivos celulares. No supimos que hacer. Al ver que se aproximaba un grupo de wachiturros, decidimos abandonar la espera y cruzar la pista con ligero disimulo. 

–No entiendo como hay personas que pagan entrada y no van al evento –dije ofuscado. 
–Ese conchasumadre del loco, siempre la misma huevada –dijo Blind- es un enfermo. 

Apolaya movió la cabeza mirando el piso. Ya estábamos allí, no había vuelta que darle. Nadie de nosotros quería vender las entradas del loco y Yesenia. Nadie. Sin duda, llegamos muy apagados a la mierda esa. En la puerta del centro comercial estaban unas chicas tan espectaculares, que atraían las miradas masculinas como las sirenas, en Sicilia según la mitología griega, hacían con los tripulantes de los barcos. Una de ellas se nos acercó y nos ofreció entradas. Le contesté que ya teníamos y que vendíamos dos. Sonrió y se esfumó. De pronto, un grupo de muchachos salen a raudos pasos vociferando. Algo de lo que pudimos escuchar fue que el tono era una mierda y que se dirigían a Barranco a uno mejor. Las malas vibras llegaban. 

–¿Hasta qué hora nos quedamos? –dije. 
–Hasta la 1:30 o 2 –respondió Apolaya. 

Ceñí las cejas. Tenía la idea de quedarme hasta que salga el sol. Siempre hacia eso. Lo hacía por muchas razones: para no pagar taxi, para no correr peligro de que en el camino del paradero a mí casa me roben –si es que me iba en bus- y para, simplemente, justificar el dinero gastado. 

–Ya normal –añadí– allí vemos. 

Subimos las escaleras. Vimos muchos chibolos chupando, tenían la cara tan roja como los camarones. Muchos de ellos eran menores de edad. Desde que cumplí dieciocho años siempre evité aquellos eventos donde dejaban entrar a menores. Antes de entrar al local vendimos las dos entradas a dos tipos a treintaicinco soles. “Con esa plata pagamos el taxi”, dijo Blind y así fue. 

El local estaba repleto. Luego de caminar con extrema lentitud, como si estuviéramos en una procesión, nos acercamos a la barra. El evento era barra libre así que debíamos aprovechar y embriagarnos hasta morir. Le pedimos al barman que nos sirviera trago. El despreciable sujeto no nos hacía caso, so pretexto de la bulla de la música. No nos movimos de allí y luego de unos minutos el tipo saco una botella de tres litros y vertió el contenido. El líquido era blanquecino. Era vodka o ron. Supuse que era lo segundo, ya que la organización del evento era una reverenda mierda. Lo vació hasta casi rellenar el vaso, le echó un poco de refresco, no le puso hielo, y nos entregó los vasos. 

–Ese tipo es un asesino –dije– ¿han visto cuanto alcohol nos ha servido? 
–Sí, conchasuvida –dijo Blind– seguro para que no le pidamos más. 

El trago era una asquerosidad. Me sentía avergonzado por traerlos a un sitio tan repugnante como ese. Me acuerdo que en mi cumpleaños número veinte, en mi casa, quedamos en ir al Hebraica por el rave de Marco Carola. Sabía que a mis amigos no les gustaba la electrónica, bueno, a excepción de Blind, a los demás no. Debido a eso, pensé en cambiar de planes, días posteriores, e ir al evento innombrable que prometía barra libre, música variada y más a un precio ridículo. Lo barato sale caro, dicen. Tienen razón, con eso aprendí. 

La música era repugnante: harta pachanga. No hubo ni media hora de electrónica pura. Las chicas se botaban peor que agua sucia, bailaban con su grupo de amigos de colegio, universidad, barrio, lo que mierda fuere. Habían muchas chicas simpáticas, eso ni negarlo. Pero no estaba lo suficientemente borracho o empilado -no sé cómo lo llames, lector- para sacar a bailar a alguna fémina. Es cierto no soy ningún bailarín, ya que bailo pésimo, no tengo ritmo y no me gusta bailar. Pero cuando hay un buen ambiente, chicas ricas, amigos, buena música y un poco de alcohol, me convierto en otra persona y muchas veces me vuelvo el alma de la fiesta. ¿Qué? Bueno, tampoco les mentiré. Pero eso sí, bailo y mis pasos mejoran al pasar de los minutos y del trago. Blind en un tímido intento sacó a bailar a una chica casi diez centímetros más alta que él. Ella lo miró con desprecio y miró a sus amigas como diciendo: “Y este huevón, que chucha tiene, aj, o sea”. Una de sus amigas volteó y dijo algo así como que nos alejemos de ellas, una cosa así. “Lo que faltaba”, dije y me fui al baño. Dicho lugar estaba infestado de mierda, de mierda pura, ya era lo último. Regresé con mis amigos. Me seguía doliendo el estómago, obvio no hice nada en el baño ya que no suelo cagar en discotecas, además de que no había agua ni papel ni esperanzas. Blind estaba por el cuarto vaso. Pensé que él era el único que se divertía, por eso decidí quedarnos un rato más a pesar de que Apolaya quería desaparecer al igual que yo. Blind se iba y venía. Buscaba cigarrillos. Le preguntó a una chica que fumaba, entre la multitud, si le podía vender. Ella lo miró y le regaló uno. Compartimos el cigarrillo como si fuera un troncho. “Qué fea mierda, ni más”, dije entre mí. Blind se volvió a ir. Cuando nos dimos cuenta estaba buscando trago. Ahora estaba con unos malandros pitucos. Apolaya y yo le dimos el alcance. 

–Ellos tienen whisky –dijo Blind 

El líder del grupo nos miró y se nos acercó. Hablamos un rato sobre cosas que carecen de sentido y de pronto, nos dijo que debíamos sacar otro whisky para poder unirnos a su grupo. “Está cojudo ese conchasumadre”, pensé. Encima querían que los ayudemos a mecharse contra otros idiotas. Nos fuimos de inmediato de allí. Blind se fue al baño. Demoraba una eternidad. Decidimos darle el alcance. Vimos que unos mocosos lo estaban vacilando. A pesar de que eran chibolos, median alrededor de 1.80. “¿Algún problema?”, dije. Se hicieron los locos. Blind entra al baño y luego de un rato, sale junto al intento de barman que lo invitaba a retirarse del recinto. Aquel hombre cabeza de rodilla era, además, seguridad del local. Estaba decidido a golpearlo. Al ver esto nos llevamos a Blind. En el camino se ponía duro y no quería salir. Hubo una discusión entre Apolaya y Blind. Antes de que pasara algo grave, solté un par de carajos y les dije que nos fuéramos ya. El pelón seguía diciendo que lo lleváramos a su casa o que nos íbamos a ganar un gran problema. El bajar las escaleras fue lo más complicado. Teníamos miedo de que Blind pisara mal y se caiga. 

Por fin salimos de esa mierda. Paramos un taxi. Blind seguía ebrio y avergonzado, Apolaya enojado y yo no sabía qué hacer. Prendí música de mi celular y con algo de electro le di color a aquella madrugada nefasta. Apolaya siguió el camino a su casa, yo me bajé antes y dejé a Blind en la suya. Como no quería irme a mi casa, me quedé en la de Blind a dormir en el mueble, hasta que saliera el sol. Si hubiera sido un mal amigo lo hubiera dejado a la deriva, pero no, era lo mínimo que podía hacer. 

viernes, 1 de marzo de 2013

Enmendando errores


      Steve, cargando muchas bolsas, salía de una lujosa tienda del Jockey junto a su enamorada. Ella era una bella muchacha, tres años menor que él, que se dedicaba al frívolo mundo del modelaje. Amigos, cultos lectores, ya se imaginaran el cuerpo perfecto de aquella muchacha. Con respecto a Steve, que les puedo decir, era un reconocido arquitecto, contaba con una maestría en Dubái y por ende, ganaba demasiado dinero, más de lo que él se imaginó en sus tiempos de estudiante. Por cosas del sino su auto estaba en mantenimiento y tenía que tomar un micro o una sucia combi. “A recordar viejas épocas”, decía sin enojarse. Al bajar de las escaleras se topa con un anciano sucio que estiraba la mano y apenas se podía escuchar sus peticiones. Lo mira con detenimiento y cae en la cuenta que lo conocía.
      En un abrir y cerrar de ojos se encuentra en el pasado. Había sido transportado por su mente trece años atrás. De pronto, observa un muchacho de diecisiete años que caminaba cansado. Vestía un jean gastado y una polera negra que por efectos del tiempo se había puesto ploma. De pronto, este corre y sin dudar mete la mano al vaso de un diligente ciego y se lleva las monedas que contenía. Debido a su naturaleza no se daba cuenta de lo que pasaba. Steve recuerda que él no vivía por allí. Solía hacerle las maquetas a un sujeto, el cual no era su amigo, por dinero. Ambos estudiaban la misma carrera pero en diferentes universidades. Steve estudiaba en la UNI y Clark en la UPC. Este muchachillo vivía en la Molina, por eso que Steve bajaba en el Trébol para irse a su casa en el cono norte. También recordó que muchas veces había pasado días tristes, los cuales ni siquiera podía darse un gustito y comerse una hamburguesa de luca. Claro, la de aquellos tiempos.
      Steve baja las escaleras y para un taxi. Su enamorada se va a un casting. Steve regresa al mismo lugar habla con el anciano, le da la mano, lo levanta y lo invita a comer un combo en el KFC. Nadie podrá imaginarse el gusto con el que el anciano comía y saboreaba aquel banquete. No puedo negarlo, amigos, no había nada más feliz para el gran amigo Steve que poder cambiar su pasado, poder enmendar errores en el presente. Al soltar una carcajada se topa con otra persona conocida. “¿Tú no eres Clark?”, le dijo a un señor barrigón que estaba en el área de pedidos… era increíble como habían cambiado las cosas. 

martes, 1 de enero de 2013

Untitled

      Había abandonado mi horario habitual nocturno por un horario de 4:10 a 5:40. Las cosas cambiaron un poco: la gente no era mayor como en mi anterior horario sino eran chibolos entre quince y dieciocho años. Algunos de ellos venían vestidos con su uniforme escolar. El profesor que me había tocado era un gordo alto, de cabello parado debido a la abundante cantidad de gel que utilizaba, bien parecido. Al transcurrir de los días me di cuenta de su opción sexual, aunque nunca me importó ya que como teacher era respetable. Entre los alumnos había un sujeto que parecía retrasado mental que se esforzaba en participar, posteriormente me confesó que había jalado el mes anterior. Señores y señoras del jurado (permítanme hacerle un homenaje al gran Vladimir Nabokov) ahora me toca describir a Melanie, aquella personilla que será la protagonista de este remedo de cuento. Melanie era una chiquilla de diecisiete años, alta, de tez canela, quizá no tan agraciada de cara pero con una gran sonrisa y un buen par de atributos traseros. La mayoría de las clases me sentaba junto a ella y hacíamos el “work in pairs”, intercambiábamos algunas ideas y al pasar de los días me empezó a atraer. Ahora me preguntó qué cosa me atrajo de ella pero bueno, eso es más que obvio. A pesar de que habíamos construido una ligera amistad, nunca me sentí en confianza de dar otro paso, invitarla a salir y esas cosas mundanas… 


                                                             *** 


      Termino de cenar y cojo mi celular con gran intriga para saber de quién era ese número desconocido. Mis intentos se veían opacados, olvidé que en mi cuarto no hay señal. Subo al tercer piso, a la lavandería, y llamo, me contesta un tipo, le digo que había recibido una llamada suya en la tarde y me dice que le pase con una tal Katty, le respondo con un: “número equivocado”. Bajo desilusionado dirigiéndome a mi habitación. Abro el facebook y veo que tenía una nueva solicitud de amigos, me doy con la colosal sorpresa que era ella: Melanie. Mi corazón se me salía del pecho, mis pupilas permanecían dilatadas, mi respiración se entrecortaba. Luego de reponerme, acepto la solicitud, en seguida, Melanie me escribe. Sin saber qué hacer, cierro la web y finalizo mi resumen de ética. Respiro honda y profundamente y abro la web de nuevo. 
        -¿Quién eres? ¿Tú me mandaste la carta? 
      -Aja –escupiendo palabras- estábamos en el británico de Camacho con un profe gordito, no sé si te acuerdes. 
      -¿Por qué la necesidad de mandarme eso? 
      No sabía que responderle, sentía un desagrado abismal por parte de ella. 
      -Simplemente para no perder contacto, pero si no te agradó, disculpa, fue pues. 
      -Es que es muy raro que me des eso, es la primera vez que escucho que alguien para no perder la comunicación envía una carta. 
    Era cierto, nadie hace eso en estos tiempos, pero no me quedaba de otra. Influenciado de las innumerables novelas que leí, decidí hacerlo. Pensé en realidad que si contestaba, me iba a responder amablemente y siguiéndome el puto juego, pero no pensé que me respondería tan fría, tan indiferente, tan desagradada. Continuando con la conversación casual, escribí risas y un “pucha…” 
      -¿Te puedo preguntar algo? 
      -Dímelo. 
      -¿Por qué necesariamente me tuviste que dar eso y en horas de clase? –al ver que no habían respuestas escritas- ¿Me respondes? 
      -Ah, bueno, se me ocurrió –Esa pregunta estaba realmente demás, lo mejor era seguir conversando acerca de nosotros y tal vez, cuando salgamos, preguntármelo cara a cara para corroborar sentimientos- Y por qué en clases: porque estaba de pasada por ahí. 
      -¿Tú fuiste el que lo llevó o fue una chica? 
      -Fue una chica, una amiga. 
      -Igual es. 
      Sentía que perdía el tiempo y cada vez que leía alguna frase suya, alguna respuesta, alguna mísera palabra escrita por sus dedos pensaba en eliminarla de inmediato de mi facebook, pero no, tanto esfuerzo valía la pena esperar más. Entro a su perfil y veo algunas fotos suyas, era necesario hacerlo, cada vez que veía una foto me preguntaba: “¿Pero en que chucha estuve pensando (Realmente no era de mis gustos, no tenía la cara de princesa, ni siquiera merecía andar conmigo), “¿a esta chica presentaría a mis amigos, a mis primos, a mis viejos y hermano? (algún día), ni cagando…” No es por creerme la gran cagada, ni darme de vanidoso pero no estaba a la altura para siquiera salir conmigo, era demasiado para ella. Estuve ciego por más de un mes, completamente ciego, eso me pasó por fijarme en su colosal trasero (bueno, al menos eso sí fue digno de admirar) y olvidar su rostro, su forma de ser, tantas cosas. Sentía ganas increíbles de beber mucho alcohol, fumar y olvidarme de esa mierda. No cabe duda que tendría que esperar hasta el sábado y desquitarme con mis malos amigos, aquellos que están siempre ahí, en las buenas y en las malas, compartiendo mis vicios y conversaciones filosóficas, aquellos que a pesar de saber todo de mí, aun seguían siendo mis amigos.


PD. Y la carta que Ignacio le escribió a su musa fue la siguiente:

Quizá te parezca sumamente extraño, raro (puedo atreverme a escribir un adjetivo como tan misterioso) que una chica a la cual no conoces te entregue esta carta, pero bueno, antes que rompas la carta sin haber leído lo demás (si es que aun no lo has hecho y esté, de repente, escribiendo en vano) me presentaré: soy Ignacio, sí, estuvimos en el mismo aula en el Británico –intermedio 4–. En el poco tiempo que intercambiamos palabras y sonreías resplandecientemente, me pareciste alguien muy interesante. Quise pedirte tu msn el día del final exam; lo recuerdo como si fuera ayer. Estábamos, todos, ansiosos y nerviosos por el examen, pensé en esperarte a que salieras (porque yo entregué primero el examen) y dialogar un breve momento, pero la mala fortuna de revisar mi libro y comprobar mis errores me hicieron que me vaya a casa. No importa. Felizmente pasé con una nota ridícula y por razones de tiempo por la universidad me cambié a sabatinos en San Borja, así que volverte a ver en el Británico se me haría muy difícil, es por eso que aprovechando mi afición literaria te escribo, no quiero aburrirte más… espero que respondas (no sabes cuan feliz me haría) esta humilde carta cargada de confesiones [A continuación escribió su correo electrónico y su número celular, por último se despedió con un seco adiós].