domingo, 1 de septiembre de 2013

Las alucinantes historias del pelado

Nunca imaginé lo que iba a llegar que hacer para ser un promotor de eventos. Como yo soy una persona muy sociable, tengo un montón de contactos, hacer amigos para mí es como pasar Mario Bross a un chico obeso de los noventa. Un día un brother me dijo para ser promotor, a lo que le respondí: "Ya pe, las huevas, cómo es la movida". Me llevó donde un tío que vestía de puta madre. Cuando nos presentaron, mi brother se fue y me dejó solo con el tío. Estuvimos hablando, relajado, hasta que de pronto... 

–¿Así que quieres ser promotor de eventos, no? 
–Sí, Fabri me dijo y puta, me parece interesante la idea. 
–¿Tienes experiencia? 
–No, pero manyo a un huevo de gente, muevo masas cuando hay tonos. Creo que es el trabajo ideal para mí. 
–Creo que en verdad eres para ese trabajo -dijo tocándose el mentón con los dedos de la mano, acariciando, como si tuviera una enorme barba. Sus ojos no se desprendían de los míos. 
–¿Cuando empezamos entonces? -dije mientras sonreía estúpidamente. 
–Mira, quiero confiar en ti, te tengo una prueba: anda al Down Town y promuéveme un evento que tengo ahí, va a ser el sábado, ¿qué dices? 

Pensé que era una broma pero al observar su rostro que permanecía en completo estado de seriedad supe que lo decía en serio. Mis manos temblaban. Se me hizo un nudo en la garganta. Nunca imaginé semejante proposición. Permanecí en silencio, algunos segundos que parecieron una eternidad. 

–Listo, tú dirás como es -sentencié frunciendo el ceño. 

Ya pues, llegó el sábado y logré vender cerca de cincuenta entradas. Las primeras las vendí a mis conocidos y a alguna gente por internet, se los entregaba por delivery. El mismo día me paré cerca de la disco y vendí cerca de quince entradas completando las cincuenta. El tío se contentó y me felicitó, también me invitó a pasar gratis y me puso una botella de whiskey etiqueta azul. Me sorprendí porque aparte de homosexuales habían flacas, que, ¡Dios mío!, estaban más buenas. La pasé de puta madre ese día. 

Y así fui moviendo eventos todos los sábados. Un día fui al Barranco Bar, ya era conocido en ese lar. Los VIP me manyaban y todo de reconchasumadre. Estaba con mis patas y unas flaquitas, me fui a bailar con una de ellas al dancefloor y dejé mi polera en la caja de chelas. Cuando regresé mis patas, que era medio quedados, me dijeron que unos forajidos se habían llevado la caja con mi polera encima. Yo no quería problemas ese día, me fui donde ellos y les hable tranquilo, les pedí que me devolvieran mi polera, que las chelas se las queden. Me miraron, uno de ellos se cagó de risa y me dijo: "Oe sabes que chibolo baboso, arranca antes que te saquemos la mierda". Sonreí mostrando mis dientes amarillos por la droga en abundancia que consumía y mis brazos que estaban detrás de mi espalda se abrieron, tenía dos botellas de chela en cada mano, acto seguido se las reventé en la cabeza del joker ese. Su mitra empezó a sangrar, solo podía ver ríos de sangre. Sus patas se pararon y quisieron buscarnos bronca. Llego un par de VIP's y nos separaron, uno de ellos me preguntó qué había sucedido, a lo que le respondí que ellos fueron los que empezaron la bronca y yo solo me defendí. "Ya pelado", dijo y llamó a unos tombos, vinieron en one y se llevaron a esos hijos de puta. El dueño de la discoteca bajó. 

–¿Estas bien? 
–Sí, todo tranquilo. 
–Oye papi quiero que me disculpes, esas huevadas nunca pasan. 
–Sí, lo sé, olvídalo. 
–Mira, como símbolo de disculpas te doy un Absolut. 
–No, nada, no te preocupes. 
–Pelado, no acepto un no como respuesta. 
–Ya pues, gracias. 

Y así seguí toneando ese día. La mitad de la pista de baile era solo para mí y mis acompañantes, alucina... El electro más comercial sonaba a todo dar en la amplia sala de Mim. Se dejó a un lado la timba por música de DJ's como Hardwell, Avicii, Bingo players, entre otros. Cada cierto tiempo llegaba más gente a la pequeña reunión de Mim, reunión de despedida, porque ella se regresaba a California a continuar su vida, lejos del país que la vio nacer. Había invitado a sus amigos de colegio, primas y los enamorados de ellas. Pero de todos sus invitados, el pelado, con sus historias alucinantes, se ganaba el respeto de la gente.