lunes, 26 de julio de 2010

Ella y un día de miércoles

      Para variar, llegué tarde una vez más a la clase de Ciencias Sociales. Me dirigía a los últimos asientos, para poder matar el sueño –la clase empezaba a las ocho de la mañana–, pero me detiene el llamado de atención del profesor. Giré la cabeza y estaba ella, con sus cabellos rebeldes, tan hermosa como siempre. Veo que a su costado había un asiento vacío y me siento, apoderándome del lugar.
      El profesor seguía hablando de la clase, de la burocracia. Yo, seguía pensando en aquella princesa que tenía al lado, de cómo poder hacerle el habla. Era la oportunidad perfecta y no la podía desaprovechar. Termina la clase.
      –Amiga, ¿has copiado todo en psico? –le dije apenas pude sacar la voz.
      Ella gira la cabeza y me mira fijamente a los ojos. Tenía un semblante de desconcierto. Entonces le repetí la pregunta.
      –Sí, he copiado todo –me respondió.
      –¿Puedes prestármelo para sacar copia? –dije esperando a que diga sí y me acompañe a la fotocopiadora y así conversar durante el trayecto.
      –Claro, pero no sé si puedas entender mi letra –añadió–. Me lo entregas en la sala de cómputo de Lenguas.
      La miré con cierto desconcierto. Abrí el cuaderno y, en efecto, tenia la clase que a mi me faltaba.
      –Está en el tercer piso.
      Asentí. Bajamos. Ella entró a la sala de cómputo y yo fui a las fotocopiadoras. Con la copia en mano, pensé en darle el alcance a la gente de mi facultad. Los encontré sentados. Al ver el cuaderno que estaba entre mis manos, empieza la joda, ya que era de color morado y con estrellitas.
      –¿De quien es ese cuaderno? –dijo Lucho
      –De una flaca… –respondí quitándole importancia.
      Mónica abre el cuaderno y empieza a revisar todo, página por página, en una de esas, encuentra como especie de epístola amorosa, y lo lee en voz alta. Luego de escuchar, todos se sorprenden.
      –¿Está embarazada? –dijo Lucho.
      –No, nada –respondí–, si está flaca.
      –Ya se lo bajó –dijo Gretel
      Sonreí. “Ni cagando”, respondí.
      Seguimos haciendo hora hasta que el reloj marcara las diez y media. Todos empezamos a despedirnos.
      Entro al salón de psicología con el cuaderno entre mis manos. Ella aun no llegaba. Después de un eterno esperar entra con un semblante de enojo. Abandono el asiento y me dirijo hacia ella.
      –Gracias –entregándole el cuaderno.
      Sin responder me miró con una mirada fulminante y lentamente se alejó.

viernes, 23 de julio de 2010

La falsa pituca

      Como habíamos quedado, esperaba a Kelly en el asiento ubicado frente a la puerta principal de la universidad. Cabe resaltar que soy una de las personas más impacientes del mundo y, sin celular, me sentía vacío, perdido en el tiempo y el espacio. Cansado de esperar entré a la universidad y al momento de salir, la encuentro sentada en el mismo lugar que estaba sentado esperándola.
      -¡Hola! -le dije dándole su respectivo beso en la mejilla.
      - Hola Christian -respondió-. ¿Recien vienes?
      -No, nada -dije-, estuve esperandote casí veinte minutos.
      -Disculpa -atinó a decir-, es que Lucía me dijo que me tomara mi tiempo ya que te ibas a demorar.
      -¡Pucha! -disgustado- Fue pues.
      Llegamos al paradero y tomamos un carro a Angamos, luego, otro al puente Aramburu. "¿Aqui es?", dijo Kelly. Asentí. En la esquina se acercaba a raudos pasos  Lucía que llevaba en las manos un celular.
      -¡Hola chicos! -dijo entusiasmada- está empatando Paraguay.
      Sonreímos y nos dirigimos a su casa. Teniamos que hacer un video para el curso de Administración II, el único problema era que nadie había traido cámara.
       De San Isidro nos fuimos a Surquillo en busca de una cámara. Fue un cambio rotundo, de los edificios y centros comerciales elegantes de San Isidro, llegamos al mercado de Surquillo. Un lugar pintoresco, por cierto; venderores ambulantes haciendo su agosto, las calles sucias sin iluminación.
      Nadie nos queria prestar o alquilar  una cámara. Lucía pensó rápidamente en Fernanda. Aquella chica que tenia un círculo cerrado en la universidad, que seleccionaba a sus amistades y se creía de la "high life".
      -La vez pasada vi a Fernanda ayudando a vender a su mamá por aquí -dijo Lucía.
      -¿En serío? -dije incrédulo.
      -Ella tiene cámara -dijo Kelly-, ojalá nos preste.
      Caminado, llegamos a su puesto y la llamamos, ella, avergonzada, salió a saludarnos. En su rostro se apreciaba un terror atroz. Esa reputación que se había creado había sido destrosada por nuestra visita.

PD1. Esa gente que se cree la gran cagada, es la gente que se jacta de lo poco que tiene y cegados por el ambiente se crean falsas realidades, quimeras.
PD2. Lástimosamente en mi universidad, abunda gente así, ¿qué se puede hacer, pues?
PD3. Historia basada en la vida real. Lo único que cambié fue los nombres de los personajes para no chocar con nadie.

martes, 20 de julio de 2010

Batalla finalizada: Invicto

"Cuando las adversidades son muchas, la determinación es lo que vale"

      Este segundo ciclo no ha tenido punto de comparación al primero, la dificultad aumentaba de forma exponencial. Pero gracias a esfuerzo y dedicación obtuve resultados positivos, alcancé la meta que era aprobar todos los cursos y obtener un promedio ponderado de 13.05, para así poder tentar la ansiada beca.
      Hubo muchos cursos que sin dar el examen final ya estaba aprobado y otros como Contabilidad II, Economía y Filosofía, que estuve pendiente hasta el final. Pero sin lugar a dudas, el curso que sufrí de principio a fin fue Matemática II, que cometí el error de matricularme con el temido, odiado y repudiado profesor Gallardo, que hacia examenes abusivos y desproporcionados. Muchos al ver la primera nota, desastrosa, se retiraron del curso. Yo, segui adelante. Nada me iba a detener: tenia hambre de victoria y sed de triunfo. Las notas no me respaldaban, pero aun así seguí. Asistí a clases de un profesor particular, donde aprendi mucho, quizá, aprendí todo lo que no sabía. El esperado examen sustitutorio era mi única alternativa.
      Todos permanecían estáticos en sus asientos. Algunos planeaban como plagear, estaban desesperados (quien no lo iba a estar, si ellos jalaban una vez más se iban a la tricka). Con el corazón en la mano, esperaba ansioso a que de una vez por todas, venga el profesor y acabase esa pesadilla. Después de más de media hora de retraso, llega. Reparte los examenes y luego escribe en la pizarra las preguntas. Apelando a mi sabiduria resuelvo el examen.
      Tres días después, al mediodía, entro a mi intranet, temeroso por saber la nota, pero con una escaza esperanza de aprobar. Al ver 13 en la nota del sustitutorio y 11 en el promedio final de curso, salté de alegría y emané un grito desesperado, tal y como había soñado hacerlo, lo había conseguido. Recordé a Inés, la única del grupo que se había quedado luchando por aprobar; que me decía que ibamos a aprobar y que los demás eran unos tontos por haberse rendido. Había depositado en mí, su más sincera confianza. La llamé y en efecto, ella, al igual que yo, había aprobado. "Nos vemos en mate III", dijo entusiasmada.
      Ahora gracias a eso puedo tener unas magníficas vacaciones, relajado, en la que no tendré ninguna preocupación. Me levantaré tarde, leere obras, escribiré historias, saldré con mis amigos, tonearé, chuparé, fumaré y viviré esa vida bohemia y desenfrenada que los estudios no me permitian.


PD1. El mismo día que descubrí que estaba invicto, vi junto a mi hermano el concierto "Rammstein Live in France" (Acá les dejo un videito). Aunque tengamos algunas diferencias, siempre seremos hermanos.
PD2. Gracias Virgensita del Carmen, sin dudas, el aprobar matemática II fue un milagro, gracias por haberme dado valor para seguir adelante y haber logrado mis objetivos.

viernes, 16 de julio de 2010

Tour Centro de Lima

      La avenida Abancay un viernes de julio con poca gente, extraño, muy extraño. El tour comenzó en el congreso, cuando divisé a lo lejos la multitud que fervientemente acompañaba la procesión de la Virgen del Carmen, patrona de Barrios Altos, un lugar sabroso por su gente. Acompañaba a mi padre, siguiendo la tradición. A pocos metros sentía el aire más denso de lo normal, no, no era marihuana, era un olorcillo característico, seguramente el olor del zahumerio. Hombres y mujeres de edad avanzada rezaban y cantaban con júbilo y dicha, lágrimas y admiración; realizaban peticiones y agradecimientos. Había de todo, hasta los agentes policiales que custodiaban el lugar hablando palabrotas que no eran necesarias en dicho evento.
      El cielo seguía gris y las calles descoloridas por el pasar de los años, las veredas rotas, pero a la gente no le interesaba, sin duda, el centro, se vestía de gala.
      En una de las innumerables paradas, la procesión se detuvo en la tienda IChikawa, y un chinito viejo haciendose dueño del momento empezó a cantar, para que negar, lo hizo muy bien, debe ser porque es cantante profesional, sí, cantaba en la antiquísima agrupación llamada "Los Dolton". La gente lo acompañaba en las canciones.
      Lo último que puedo rescatar es  esa hermosa muchacha de mirada llamativa y semblante de diosa, que estaba parada en el congreso para darle el encuentro a la procesión. Ya había estado un par de horas allá, así que me fui a seguir mi recorrido.
      Rumbo a la Plaza de Armas observé un enorme escenario, El Palacio de Gobierno, imponente; y muchos turistas europeos, dándole color a la monócroma Lima, con esas cabelleras doradas y ojos intensos como el azul del cielo. Para terminar, me compré un celular, uno baratito nomás, para reemplazar al antiguo, que misteriosamente desapareció de mi bolsillo aquella tarde fatídica que prefiero no recordar.

viernes, 2 de julio de 2010

Robo en el bus

       A lo lejos veo que se aproxima con gran rápidez un bus color blanco con amarillo (el único bus que va de Benavides hasta Metro de SJL, vía evitamiento) no vacilo ni un momento y estiro mi brazo, el bus se detiene y al momento de subir soy bruscamente interrumpido por una señora de rasgos étnicos, subo, muestro mi carnet universitario y pago medio pasaje. Luego me paro adelante, ya que el bus estaba atiborrado de masa humana. Físicamente me encontraba en el bus pero mi mente seguía en la última práctica de matemática II. Recuerdo que por Javier Prado saqué por última vez mi celular para ver la hora.
      En el paradero busco en mi mochila mi libro del británico, no lo tenía. Llego a mi casa, palpo mis bolsillos y me doy con la sorpresa que algo faltaba: mi celular. Subí desesperadamente, me cercioré que era cierto.
      -¿Qué pasó? -dijo mi madre- seguro te salió mal tu examen o...
      -Me robaron el celular -contesté.

PD. Para el que haya sido: "Todo se paga en esta vida"