Estaba con media hora de retraso y aun me encontraba en el bus, atascado en plena av. Abancay. Maloko y Miguel me reventaban el celular con sus llamadas y mensajes. Decidí bajar e irme corriendo hacía el parque de la exposición. A cinco cuadras del local observé una cola inmensa. Cientos de jóvenes vestidos de negro y con peinados extraños, caminaban como en procesión. Crucé la pista y decidí darle la vuelta a la cola.
Cerca de la puerta principal observé a Dennis, un brother que conocí en el 2007 cuando empecé a tomar trago basura en plena vía pública; él estaba con una flaca y un pata, medio preocupados. No llegaron a comprar entradas y estaban buscando al mejor postor, aquel que no sea tan rata y no les cobre más del doble. Seguí de largo ya que vi a Maloko en la esquina.
–Oe sorry por la demora
–Ya, ya –dijo Maloko luego de estrecharnos la mano- Acá tengo Russkaya combinado con frugo.
–Chucha –respondí– bacán.
–Oe casi no compro la entrada huevón –me dijo Maloko mostrando su ticket–, cuando vi el precio dije: “Ta huevón, ¿60 lucas?, no seas pendejo”.
–Sí, una huevada –dije sonriendo– todo por Panda.
–Todo por esos emos de mierda.
Reímos, mientras nos pasábamos los vasos de alcohol.
–Oe alucina que a la vuelta escuché entradas a 180, qué pendejos…
En eso, pasa un grupo de gente vociferando y peleándose. A los segundos más personas se unían al tumulto.
–Seguro le han vendido una entrada falsa a un huevón y ahora le quiere sacar la mierda al tío.
–Qué chucha será.
A los minutos llega Miguel y seguimos conversando hasta terminar los dos cajas de Frugo mezclados con vodka barato. Antes de entrar compré una clásica cajetilla Marlboro y un encendedor. Sin importar nada, como buenos chikipunks, nos llegó al pincho las reglas establecidas y nos colamos a tres metros de la puerta. Sorry gente que hizo una hora de cola, así son las cosas…
Entramos cuando estaba terminando de tocar el Tri. Ya que no bastó el vodka, nos dirigimos a la caseta donde vendían chelas. Miguel como estaba en falta, compró cinco vasos de cerveza, de los cuales dos boté debido a mi estado etílico, según lo que me contó Maloko una semana después. En plena presentación de Libido nos dirigimos lo más cerca posible al escenario. No entendía como había gente que había llegado a las 6 de la mañana pensando que iban a estar todo el tiempo adelante. Nosotros entramos cerca de las 8 de la noche y estábamos a tres metros del escenario. “Salim lárgate, aburres conchatumadre”, decía la gente. Todos querían ya deleitarse con las canciones de Panda. Libido abandonó el escenario sin pena ni gloria.
Realmente valió la pena volver a los conciertos chikipunks peruanos. Ese mismo día era el Life in Color Perú y no fui solo por Panda. Debo confesar que me perdí de algunos detalles de la presentación ya que entré mamadazo y la seguí adentro, como pueden apreciar en mi intento de relato. Gente, somos el siguiente año. Panda es uno de esos grupos que merecen ser vistos una y otra vez. Gracias por todo, genios.