miércoles, 19 de mayo de 2010

Migración

      Después de la muerte de mi madre y luego de tantas noches de reflexión, empaqué mis maletas y tomé el primer bus hacia Lima. En el trayecto del viaje observaba con nostalgia los paisajes de mi tierra querida, los vastos campos, las maravillosas flores. Aun sentía el calor de la eterna primavera.
      Bajé del bus y mire a mi alrededor, me di cuenta que era un forastero en aquella ciudad con cielo gris y clima húmedo. La gente era indiferente a mis solicitudes, era otro mundo, un lugar donde abundaba la gente egoísta. Caminando, llegué al parque universitario. Habían hombres disfrazados de mujer, payasos, hombres que decían ser hijos de Dios y sujetos muy pintorescos que hacían chistes y la gente se conglomeraba sólo para verlos.
     Me senté en una banca y recordé a mi primo. Cogí mi celular y en seguida lo llamé, le conté lo sucedido y me dijo que no me moviera de allí, que dentro de unos minutos iba a llegar. Era uno de los pocos familiares que tenia en la capital. Dos horas después divisé entre la multitud a Thiago, no lo reconocí ya que no lo veía hacía mucho tiempo atrás, aquel chico escuálido y pálido se había convertido en un joven corpulento, alto y refinado en hablar. Nos abrazamos luego de un: “¡Eje!, ¿eres tú?”.

PD. "Homenaje a toda la gente valiente que deja todo para salir adelante y tener un futuro mejor"
     

Número desconocido

      Era una soleada tarde de otoño. Me encontraba en la 23B, rumbo a mi universidad, cuando en eso, siento la vibración de mi celular, lo saco del bolsillo y me fijo quien mierda es. Era un mensaje, una dedicatoria de una canción, algo extraño pasaba. Apunte el número y busqué si lo tenia en mi directorio del celular y nada. Qué misterio.
      -Bueno, que chucha. ¿Qué canción será? –contesté el mensaje (cuando te mandan una dedicatoria, tienes que responder el mensaje, siempre con la letra que te indican).
      Mande la letra N al número desconocido, y en unos instantes sonó la sinfonía. Era una canción de amor, decía algo así como: “Te amo desde el momento en que te conocí, siempre te voy a amar”. Me disgusté un poco ya que no me gustan las personas obsesionadas, si quieren conocerme, normal, pero no me agradan los misterios.
      Aquellas escenas vividas no dejaban de repetirse en mi mente. Fríamente decidí olvidarme por el momento, ya que sólo tenía mente para el parcial de administración II. Pero más tarde descubriré quien será.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Capítulo IX - Adiós

El día se hizo noche. Ya se sentía el aire gélido del crudo invierno.
-Te encargo este caso –dijo el papá de Renato.
-No te preocupes. Dentro de poco tendrás a tu hijo a tu lado –respondió el abogado.
El abogado que contrató era el mejor del país. Lo llamaban el abogado del diablo. Era capaz de sacar de la cárcel a la persona más corrupta por arte de magia. Una de sus hazañas fue la de sacar de la cárcel a un ministro que había despilfarrado el dinero del estado. Se dedicó a tiempo completó en estudiar el caso.
El juicio fue en el Palacio de Justicia. Todo fue planeado. Renato se encontraba a un lado, nervioso. El juez comenzó el juicio. El abogado argumentó que su patrocinado es inocente y que le hicieron una treta. El juez, el fiscal, todos, estaban comprados Desgraciadamente en este país el que tiene dinero y contactos hace lo que quiere. En un abrir y cerrar de ojos el juez da el veredicto: inocente. Al escuchar estas palabras Renato descubrió que existe una segunda oportunidad para todo.
      Al día siguiente, Renato espera en la puerta de la universidad a sus amigos. Éstos al verlo lo reciben con un cálido y fraternal abrazo.
      -Loco, pensé que no te volveríamos a ver en un buen tiempo –dijo Tony.
      -Gracias a Dios y se hizo justicia –respondió Renato.
      Había trascurrido un par de meses después del fatídico día. Durante ese tiempo pasó un gran martirio. Sin embargo, nunca perdió esperanzas. Como muchos, empezó a buscar a Dios cuando suceden cosas negativas.
      Al dirigirse a la casa de Tony, Thiago se cruza con Isabella. Vestía una blusa roja y un pantalón jean rasgado. En su semblante se podía apreciar cierta incomodidad y un nerviosismo inevitable. Se saludaron como si no hubiera pasado nada.
      -No te preocupes –dijo Thiago- Renato ya está libre.
      En sus palabras, pudo apreciar serenidad y tranquilidad. Supo que la perdonó. “Dios hace las cosas por algo”, dijo. Thiago era muy resentido, si alguien le hacia algo, nunca se lo perdonaba. Pero con ella, no pudo. Después de romper con Rita no pensó en volverse a enamorar hasta que conoció a Isabella y llenó el vació existencial que sentía.
      -Necesito hablar contigo –prosiguió.
      Acordaron en volverse a ver, en la playa, a las cinco de la tarde.
      A pesar del frío, Thiago fue en polo. Dialogaron sobre lo que habían hecho durante el tiempo en el cual no se hablaban ni se veían. Ninguno de los dos había iniciado una relación con otra persona. Ambos tenían la esperanza de volver a estar juntos. Hubo un fragmento de tiempo en el que ambos permanecieron callados. Entonces, ella empezó a reír: sabía que no había nada que decir.
      -Espero que todo sea como antes- dijo Thiago retomando la conversación.
      No podía despegar la mirada ni un segundo de sus ojos. Así permanecieron un buen tiempo, contemplándose el uno al otro, embelezados como si estuvieran viendo lo más bello que jamás habían visto.
      -¿Volvemos? –preguntó Thiago.
      La respuesta era obvia. Comenzaron una vez más. “Sólo la muerte será lo único que nos podrá separar”, dijo Thiago sin saber que sus palabras se cumplirían al pie de la letra.
      Por otro lado, Rita no la pasaba nada bien. Sus padres: Mario y Elizabeth se divorciaron, echando al tacho veinte años de matrimonio. Mario se estaba bañando. Elizabeth estaba en su cama viendo televisión, cuando en eso, suena el celular. Era el número de una mujer. Elizabeth contestó sin decir palabra alguna.
      -Amor, ¿me escuchas?, ¿no hay nadie ahí? –dijo aquella mujer.
      -¿Quién mierda eres? –Respondió sorprendida- estás hablando con su esposa.
      -¡Calla cachuda! –atinó a decir y colgó.
      Fue la gota que rebalsó el vaso.
      Además, su reputación había quedado hecha mierda. La gente murmuraba a sus espaldas, le decían un sinnúmero de calificativos. Un día escuchó decir que era peor que una puta, porque ella ni siquiera cobraba, que era la más perra. Se sumergió en un mar de lágrimas, la depresión la tentaba a acabar con su vida. Pensaba que no valía nada. Que nada tenia sentido. En el manantial de sus ideas, trató de hallar una solución. Está vez las drogas eran inocuas contra la situación en la que enfrentaba. Luego de razonar y encontrarse con si misma, llegó a la conclusión de rehacer su vida, lejos de todo. Irse al extranjero. Continuar sus estudios en EEUU.
      Los confidentes amigos empezaron a llegar de a pocos al aeropuerto, para despedirse de Rita. El grupo inseparable estaba incompleto. Faltaba alguien: Thiago. Todos fueron invitados, menos él. Ella pensó que iba a ser en vano invitarlo, ya que entre ellos dos había pasado algo irreconciliable. Faltaba tan solo medía hora para que suba al avión. Tony pensó en hacer lo correcto. Llamó a Thiago y le contó lo sucedido. Thiago estaba con Isabella, en medio de las sabanas. Al enterarse, no vaciló y se fue con mucha prisa hacia su destino. Llegó cuando solo faltaba cinco minutos, entró y corrió alocadamente. La tenía frente a frente.
      -¿Por qué no me lo dijiste?
      -Pensé que seria lo mejor.
      -No quiero que te vayas. Tienes tu vida y tus sueños aquí.
      -Ya tomé una decisión y es irrevocable.
      Rita bajó la cabeza y Thiago la abrazó.
      -Nunca quise que fuera de esta manera, pero los finales tristes son más fuertes.
      -¡Adiós!
      -¡Cuídate!

                                                                                         FIN