martes, 3 de junio de 2014

Designer Drugs en Lima, por segunda vez

Desde la ventana del taxi podía apreciar un número considerable de personas que estaban fuera de un local. Las chicas lucían atrevidos vestidos, ceñidos al cuerpo, con zapatos de tacones altos; otras tenían un look más relajado, medio hipster, con el cabello pintado de azul, verde o con peinados estrafalarios y sus infaltables lentes enormes, demasiado retro. Los muchachos eran más casuales, vestían camisas o blazers. 

-Aquí es –dijo el taxista.
-¿Aquí? –nos preguntamos.
-Sí, esto es Plaza Butters –respondió- de acá otra discoteca está lejos. 
-¿Y qué tal la otra calle? –dijo Miguel.
-No se los recomiendo, ayá es muy peligroso –siguió advirtiendo el taxista- además solo esto es Plaza Butters, lo demás ya es otra dirección, otra calle, otro lado. 

Miré la calle y sí, esa era Plaza Butters, había estado ahí cuando fui al Iguana Rana por el tono de una amiga de colegio y unos años después cuando fui al Barranco Bar por el concierto de diazepunk por sus 10 años. No sabía que ese mismo local tenía muchos nombres según días y fechas. 

-¿Ese no es el Barranco Bar? –le dije a Miguel- aunque esa gente no luce salsera, ni cagando, estos huevones son más de la honda de Noise. 

Miguel le dio cinco soles al taxista. Bajamos. Decidimos darnos una vuelta por la Plaza Butters, llegamos a Noise y antes de entrar, compramos una cajetilla de Marlboro de 20 y un encendedor. Vimos que había dos puertas, una se entraba con lista y la otra con invitaciones. Saque las mías e hicimos cola. Un sujeto que estaba en la puerta pedía DNI. Supuestamente el ingreso era para mayores de 21, yo no tenía problemas porque había cumplido 22, pero Miguel tenía 20. Como estamos en Perú, esas restricciones son un saludo a la bandera, es más, vi a gente que a duras penas tenía 18 años y disfrutaba del tono. Entramos, las huevas. Una chica de sonrisa angelical, estaba parada en la puerta, desglosando las invitaciones y entregando pines. Más allá, se encontraba un señor medio gordo que tenía entre sus manos un botellón enorme con un líquido medio negruzco, la botella tenía el logo de la discoteca. “¿Qué es eso?”, le pregunté. El sujeto respondió que era un combinado de varios tragos. Miguel y yo nos miramos y decidimos probarlo. No sabía tan mal, pero estaba un poco fuerte. Sentía como que mi garganta ardía. Seguimos de frente. 

Nos ubicamos al costado de la barra. En ese momento Pyramids eran los encargados de poner a bailar a la gente, aunque a esa hora había pocos asistentes. La noche recién empezaba. La gente se aproximaba a nosotros para comprar trago en la barra, en el momento menos inesperado se acercó una chica medio alta, de contextura delgada y cabello marrón. “Hola, brother, ¿puedes regalarme un pucho?, porfa”, me dijo mostrando sus perlas brillantes. Busqué entre mis bolsillos y no tenía la fucking cajetilla, le pedí a Miguel y se la entregó, la chica delicadamente sacó uno, agradeció y se esfumó con su grupo de amigas. 

Había pasado un tiempo considerable. “Oe, ¿sacamos chelas?”, le dije a Miguel. Asintió con la cabeza, le entregué veinte soles e hizo cola. Luego de unos largos minutos me entrega un vaso grande lleno de chela. “Vamos adelante, brother”, le dije. Nos fuimos hasta el escenario y pusimos nuestros vasos en la madera del estrado. 

I am Genko subió al escenario y metió unas bombas alucinantes, se lució de principio a fin. La gente empezaba a motivarse y sacaba sus pasitos de baile. Los fotógrafos subían y capturaban los mejores momentos. Entre los que bailaban, había un tipo vestido de negro, que estaba stoned, subía al escenario a hacer sus huevadas. A los minutos varias chicas, no queriendo quedarse atrás, lo imitaban, bailando como taboleras. La locura bajó cuando subió Danny Em y con su techno monótono, dio un respiro a la audiencia. Ya nos habíamos acabado las chelas. “Oe sacamos otras”, le dije a Miguel. Me respondió que sacara solo una, dándome un billete de veinte soles, me fui a la barra, volteé y vi que Miguel me seguía, “oe, anda aya para que guardes sitio”, le dije. Regresó mientras yo seguía caminando rumbo a la barra. Decidí sacar dos, total, you only live once. Son esas huevadas que nunca olvidaré, cuando me entregaron las chelas, se escuchó a lo lejos: “Hi Peru, we are Designer Drugs”. Volteé y regresé al sitio inicial, levantando las chelas para no derramarlas en el camino. 

Designer Drugs fue una locura, tocó Drop down, Drugs are in control, Zombie, Fuck the system (Designer Drugs remix), The Bloody Beetroots feat. Gigi Barocco - Volevo un gatto nero (you promised me) y otras canciones que ya ni me acuerdo, ya que mi cabeza explotó del indescriptible placer producido por aquellos deliciosos sonidos. También le metió de todo, desde Trap, dubstep hasta mixes chikielectro (EDM). En pleno set, un huevón se me acercó y me grabó haciendo mis pasitos recontra ravers, por fin, podía ser yo mismo. Aquella noche, sin dudas, me encontraba en el paraíso y el sonido que salía de esos parlantes era sinfonía que alimentaba mi júbilo.

Sin avisar se fueron. Acto seguido, los reemplazó la sur-koreana Jumi Lee y le metió un rico e interesante techno. Ya eran cerca de las 4 am y estaba cansado hasta las huevas, terminamos nuestras chelas y como las cosas que suceden, abandonamos el lugar. Faltar a la universidad ese día y al siguiente, valió la pena, tremenda fiesta, inolvidable. Increíble Noise, felicitaciones por su primer aniversario, fue un golazo traer a tremendos DJ’s. De ahora en adelante, los tendré en cuenta para pasar mis solitarios viernes nocturnos.


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