domingo, 7 de marzo de 2010

Capítulo V - Nada es imposible

Tony invitó a Thiago a su casa, en Las Lomas. Conversaron de la vida y de sus amores. Thiago le contó que había terminado con Rita. Ese mismo día, Thiago decidió visitarla sin avisarle. Para su suerte, encontró su casa entreabierta. Sigilosamente subió las escaleras, sin imaginarse lo que más tarde vería. Entró a la habitación y encontró a un hombre echado encima de Rita, estaban moviéndose desenfrenadamente, se encontraban jadeando y sintiendo placer. Al escuchar el ruido de la puerta; éstos se percataron de la presencia de alguien más. Rita y Thiago se miraron a los ojos. Thiago confundido, encolerizado, se sentía traicionado, se sentía estúpido por haber confiado en alguien que jamás mereció estar con él. Sin mencionar ninguna palabra, salió de la habitación y se fue de la casa. Estaba hecho mierda, no pensaba que iba a ser engañado de esa forma. Antes de cometer una estupidez, llamó a Tony, su mejor amigo y decidió contarle lo que había ocurrido. Tony lo consoló diciéndole que ella no lo merecía, y que no se deprima más. “Las mujeres abundan. Se descubrió que en porcentaje, hay siete mujeres en relación a cada hombre. Así que ándala olvidando” decía Tony. Tony no se preocupaba mucho en ese tema, ya que era él, el que engañaba a sus enamoradas. Aprovechaba su prodigiosa labia para conocer chicas. Además de contar con un excelente físico. Tenia pelo rubio ondulado, poseía una nariz respingada y tenia un metro ochenta. Tenía todo a su favor. En la universidad era conocido como el "Player”, ya que jugaba con cuanta chica conociera. Sin duda, era envidiado por los hombres y solicitado por las mujeres.
      Leslie se sentía mal. Su enamorado la había dejado sin decir nada. Ni un adiós. La relación de ellos era muy buena. El día que cumplían un año, ella lo llamó a su celular, no contestó. Lo peor de todo, es que ese número estaba fuera de servicio. Pensó que quizás se le había perdido, ya que él era muy olvidadizo. Luego de dos días, ella va a su casa a visitarlo. Llega al vecindario. Toca la puerta y nadie contesta. Vuelve a tocar y no recibe respuesta alguna. Hasta que un vecino le dice que él se había mudado hace dos días y que desconocía su nueva dirección. Al escuchar aquellas palabras, quedó fría. Se inmovilizó. Tuvo que pasar cinco minutos para que se recuperara del shock que recibió. “Todo iba tan bien. Por qué tuvo que pasar esto”, se preguntaba una y otra vez. Después de pensarlo por una semana llegó a la conclusión de que ella se había descuidado en su apariencia. Lo cual era totalmente falso. Era una chica de veinte años. Llevaba el pelo suelto cual rebelde se apreciaba. Tenía una excelente figura. En donde se podía apreciar sus contorneadas curvas. Tenía el peso preciso para su talla. Desde ese día dejo de comer como lo hacia antes. No desayunaba. Se iba a la universidad sin probar alimento alguno. En el almuerzo comía lo menos posible. Siempre la comida terminaba en el baño. No podía retener el alimento y vomitaba. La ira, el cansancio, la ansiedad, la soledad y el aburrimiento la consumían. No tenia autoestima.
      Thiago tampoco la pasaba muy bien. Desde que rompió con Rita, había perdido esperanzas de volverse a enamorar. Estaba decepcionado de las mujeres. “Todas son iguales”, decía. Pasó dos años desde ese día tan funesto. Durante ese tiempo se sintió solo. A pesar de ir a las discotecas a ver si le ligaba alguna chica fácil, lo cual sucedía de vez en cuando. No encontraba la solución para acabar su situación. Un tiempo decidió ir a un prostíbulo llamado “Mete and pulls”. Se armó de valor y fue a dicho establecimiento. Al bajar del bus, estaba nervioso, sudaba frío y las piernas le temblaban. Entró al lugar y vio a un negro, tan negro que parecía azul. El cual le extendió la mano en señal de bienvenida.
      –Muchacho, tú sabes que este lugar es para mayores de edad –dijo el negro.
      –Sí, lo sé –respondió Thiago sacando de su billetera su DNI.
      Al ver el DNI, el negro lo deja pasar y le dice que suba al cuarto cuatrocientos dos, donde estaba Kassandra esperándolo, la única prostituta disponible. Thiago obedece y sube las escaleras sigilosamente. Se detiene en dicho cuarto y antes de entrar se persigna. Toca la puerta y la recibe una chica más o menos de diecinueve años. De cuerpo escultural. Se miran asombrados.
      –¿Thiago?... Qué haces aquí.
      –Kathy, ¿tú qué haces aquí?
      Se abrazan fraternalmente y dialogan sobre esos dos años que habían pasado sin saber nada del otro. Kathy le cuenta que su padre había fallecido y su madre estaba medio loca. Debido a esto dejó la universidad y se dedicó al trabajo más antiguo del mundo. Thiago le cuenta que había terminado con su enamorada. Que había sido engañado vilmente. Que ya no creía en las mujeres. Al decir esto se le derramaban las lágrimas. Katty lo vuelve a abrazar consolándolo. Y le dice que no todas las mujeres son iguales. Que es demasiado joven para estar pensado en esas tonterías. La oscuridad y el silencio se hacen cómplices de este encuentro. Katty se quita la ropa. Empieza quitándose la blusa y el brasier. Thiago olvida que la mujer que tenia enfrente era la mejor amiga que tenia en la secundaria. La coge de la cintura y se deja llevar por la lujuria y el deseo que le recorría por el cuerpo. Ambos quedan totalmente desnudos. Thiago la carga y la recuesta en la cama y la besa lentamente desde el cuello hasta el estomago. Ella abre las piernas y Thiago después de besarla en los labios la penetra. Fue quizás la noche más linda que tuvo hasta ese entonces. Nunca lo olvidó.
      Por su parte, Alexis hacia el mayor esfuerzo posible para hablar como lo hacia antes. Se negaba a quedar mudo por el resto de su vida. Un día vio un documental de un hombre que sufre un accidente en avión, queda gravemente herido y en estado vegetativo. El hombre se negaba a la idea de quedarse en el estado en que se encontraba y se prometió así mismo volver a caminar dentro de seis meses. También se lo prometió al doctor, que no le creyó y lo compadeció. Después de un sinnúmero de intentos fallidos, logra poder moverse con dificultad, hasta que pudo caminar con muletas. Esto sirvió de ejemplo para los demás enfermos del hospital. Pasaron seis meses pero no podía caminar por sus propios medios. Al octavo mes por fin pudo caminar sin dificultad. Demostrando que nada que no esta en la mente es imposible de realizar.
      Mientras tanto, Leslie faltaba a la universidad. No tenía deseos de nada. Sus amigos la iban a visitar a su casa, pero como sentían que no podían hacer nada, dejaron de hacerlo. Sólo Alexis no desistió en ayudarla. La iba a visitar en los fines de semana, ya que a pesar de su estado no había abandonado la universidad. Su vida no cambió radicalmente. Seguía estudiando y sacando buenas calificaciones. Al momento de comunicarse lo hacia con un cuaderno, en donde escribía lo que quería decir. Leslie notó en él que le importaba. Le prometió cambiar. Se internó en un centro de ayuda para mujeres que padecen anorexia y bulimia. Luego de nueves meses salió sana. Con ánimos de vivir. Había encontrado en Alexis un motivo para seguir adelante. De salir de ese pantano, ese lugar lleno de mierda en donde se encontraba y volar con sus alas hacia un futuro mejor. El día en que salió de dicho centro se fue a la casa de Alexis. Luego de saludar a doña Claudia se encuentra con Alexis y le da un beso en la frente. Alexis saca su cuaderno y escribe: “Te tengo una sorpresa”, “vayamos al parque, a un lugar más íntimo y te mostraré”. Extrañada acepta. Salen y se enrumban al parque más cercano. Al parque donde hace un año Roberto había visto por última vez al profesor Gómez.
      –Le… Les… Le –empezó a balbucear Alexis.
      –¡Alexis! –responde asombrada.
      Ella nunca se imaginó que el tiempo en el que estaba internada, tratando de salir de su problema, él también estaba haciendo lo posible para solucionar el suyo. Hacia unos días que Alexis había recuperado el sentido del habla. Pero no se conformaba con eso y quería hablar normal en menos tiempo.
      –Lesly. Gracias a ti, encontré una razón para acabar con esta situación.
      Lesly llora en sus hombros. Alexis la abraza sin decir nada más. Luego, le dice para estar. Ella acepta. Después de dos años, nueve meses y trece días él recupera el sentido del habla a la perfección.

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